-Como reo de este mundo, me declaro partidario de la vida. Reconozco la culpa de sentir cada momento con pasión y no arrepentirme por ello. Admito mi agradecimiento por cada experiencia, sin renegar de ninguna, pues incluso las que no ambicioné, que malograron los anhelos más vehementes de mi corazón, hicieron que sintiera lo que muchos no imaginarán jamás, y forjaron mi personalidad para hacer comprender a la razón lo que otros quizás nunca consigan.
Nada que reprochar, lo positivo y lo negativo pesan lo mismo en la balanza y sigo manteniendo el equilibrio en el filo de navaja.
Acato la sentencia de vivir para sentir y dejar constancia de mi paso fugaz, apenas perceptible. Cumpliré sin oponerme la condena que la vida me imponga hasta el momento inevitable. Su llegada me abrirá la puerta a la eterna serenidad, donde no habrá motivo para buscar, donde no necesitaré elegir porque todos mis sentimientos se transformarán en uno con lo indivisible.
Alego en mi favor que nada tomé, que todo me ha sido dado, por eso guardo en el corazón los pequeños triunfos de mi entrega sin desterrar las derrotas de la voluntad.
Todo desaparece, pero de un modo u otro también perdura, como las sonrisas que logro, los besos que entrego, las lágrimas que derramo, el amor que recibo.
Ya no sueño, sino que realizo. Para lo primero antes fui niño, en lo segundo sólo rindo tributo al ser que pretendo.
Apenas deseo, aprendí a conformarme y ahora tengo de sobra.