El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

lunes, 22 de enero de 2018

DEL BIEN Y DEL MAL.









-Pero, ¿cuál, la auténtica naturaleza del mal?¿De donde procede?¿Cómo reconocerlo para protegernos de él?¿Puede hacernos daño, aun cuando sólo buscamos lo mejor para nuestras vidas? - Preguntaron las palabras.

Y el sentir reveló:

-El mal se encuentra detrás de cada cosa, en cada tiempo y lugar, pues también habita dentro de nosotros por ser parte de nuestra génesis. Sin él no existiría la experimentación física y no tendría sentido la regeneración de lo material, imprescindible para la continuidad y la expansión de la vida. 
Su naturaleza es el egoísmo, que busca apartarse de la ley natural de colaboración entre los seres para crear formas propias de vida que generan mutaciones, cambios a los que debemos adaptarnos para mantener las nuestras. En su superación radica la evolución de lo creado.
Como dijera el gran maestro, "el verdadero mal no es aquel que entra por nuestra boca, sino el que sale de nuestro corazón". Por eso no debemos preocuparnos sólo por la limpieza de las manos, pues es más importante el mal que anida y que dejamos crecer en el alma, porque un día invadirá nuestro cuerpo, que se quedará pequeño para sus pretensiones e intentará escapar de él intentando colonizar a otros.
La fuerza necesaria que necesitamos está en nuestra mente, en su capacidad para diferenciar las emociones y optar por el lado positivo en nuestras decisiones, que no es otro que la colaboración, la contribución a la vida que nos alumbró y nos aportó consciencia, sin la cuál no seríamos capaces de reconocer la nuestra.
Buscar de cada cosa lo mejor para nosotros no siempre es hallar la verdad que necesitamos para sobrevivir, pues muchas veces lo que creemos bueno para nosotros no lo es para otros, para lo que nos rodea. También el mejor veneno tiene su cualidad, aunque sólo sirva para matar.
El cuerpo enferma cuando el alma no es capaz de reconocer el mal que se reproduce en ella debido a la confusión de la mente, contagiada por el egoísmo de otras almas enfermas, de las que se deja llevar por conseguir sus deseos.
Hay almas que saben que deben morir por el bien de las demás, para no contagiarlas con su mal. Pero hay otras que desean vivir por encima de todo, aunque sus formas de vida se opongan al resto. Éstas son las verdaderamente peligrosas, de las que deberemos cuidarnos siempre, pues son altamente peligrosas y pueden convertirse en verdaderas epidemias si no las atajamos en su raíz.  















lunes, 15 de enero de 2018

DECIR NO.








-Sobran razones para romper con lo que se opone cada día a lo que creemos justo y necesario para nuestras vidas - dijeron las palabras -; para decir no a lo que se interpone entre lo que reclama el mundo y lo que estamos dispuestos a entregar. Pero nunca imaginamos que decir no costara tanto a la voluntad, atada a los prejuicios que aceptamos por miedo a equivocarnos en nuestro proceder y no complacer con nuestra respuesta.

Y el sentir reveló:

La insatisfacción parte, principalmente, de lo necesario que dejamos de hacer por nosotros mismos para complacer los deseos de otros y no sentirnos rechazados. Por ello aceptamos lo que no consideramos justo y miramos para otro lado intentando creer que no nos afectará. Sin embargo, estamos atando así nuestra voluntad a los prejuicios y haciendo manejable y mezquina nuestra personalidad, dependiente siempre de ellos para decidir y sin poder realizarse en su verdadera naturaleza.
Es necesario decir no a muchas cosas, a muchos deseos impropios, interesados, para mostrarnos como somos realmente y evitar que anulen nuestra libertad, la capacidad de decidir sin miedo a ser rechazados.
No conviene estar al lado de quien sólo pretende satisfacer sus deseos y encubrir sus faltas, y que miente para lograrlo.
Del que intenta controlar nuestros anhelos y decisiones para apoderarse de ellas y sentirse superior.
Es importante saber decir no, pues es necesario para sobrevivir a los avatares de nuestras relaciones personales, donde todas las opiniones, todos los comportamientos pretenden ser respetables. Sólo siendo fieles a lo que sentimos íntimamente, en lo que creemos con firmeza, podemos realizar nuestra personalidad verdadera y sentirnos satisfechos de las decisiones. De otro modo, nunca se corresponderán nuestras palabras con los hechos y nadie se fiará de nosotros.






miércoles, 3 de enero de 2018

ENCRUCIJADA VITAL.










-Buscas la soledad como perro maltratado y te recluyes en ti mismo como nunca antes. Tú, descubridor incansable de emociones, amante de la vida como nadie, aprendiz de su armonía y eterno luchador en sus batallas. ¿Que ha ocurrido en ti para verte postrado ante sus contradicciones?¿Que ha cambiado para mostrarte indefenso, vulnerable a sus augurios? - Preguntaron llenas de compasión las palabras.

Y el sentir se reveló:

-He empleado mucho tiempo, muchas ganas y fuerzas por conocerme, y lo he conseguido. Pero en mi conocimiento también he descubierto a los que están cerca de mí, y cuan distinto soy a ellos.
Creí que conocerme ayudaría a la estabilidad de mis emociones para emprender al fin el camino en plena consciencia del ser, pero nunca imaginé cuanto dependía de ellos todo: mi forma de ser de su forma de ser; mi modo de entender la vida, de la suya; mis deseos y necesidades, de sus deseos y necesidades.
Ahora me encuentro en la mayor encrucijada de mi vida, varado en el pozo de las dudas como nunca antes, como jamás imaginé.
En soledad calmo mi ansia por ser lo que descubrí y que tanto amo, esperando el momento de serenidad que me permita encontrar la decisión adecuada. En este instante la contradicción me lo impide.
No quiero sufrir la limitación, la amputación de mi realización personal por quienes no me comprenden, por quienes no son como yo, pero tampoco quiero que mi decisión de hacer realidad mi deseo les haga sufrir, porque les amo.
Creí por un momento tener el destino en mis manos, olvidando que nadie es libre del suyo.
Pensé que había llegado a conocer la teoría de la vida, pero reconozco que no soy el maestro experimentado que puede ponerla en práctica con éxito.
Seguiré esperando el momento oportuno, el viento favorable que me lleve al mar de serenidad que necesita mi alma. No tengo otra elección. Cualquier otra cosa sería dilapidar todo lo alcanzado, para lo que empleé mi vida entera.