El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 29 de agosto de 2018

MEMORIA, IDENTIDAD Y NUEVAS GENERACIONES.







-Se quejan las viejas generaciones de la falta de memoria colectiva en las nuevas, a las que creen privadas de identidad, sin referentes sólidos en los que reconocerse, y auguran un futuro incierto a su porvenir - afirmaron las palabras -. Dicen que ahora están aletargadas en la comodidad de la abundancia, única ideología que persiguen sin responder a otros impulsos, y que son manejadas por las élites de igual modo que otras generaciones lo fueron por medio del hambre y del terror. Que sólo ha dado vuelta la tortilla en la sartén. Creen que igual que antes fue la ignorancia, ahora es el aluvión inabarcable de información que manejar para desenvolverse en el mundo actual la herramienta básica de manipulación de las mentes jóvenes, que coarta la fuerza de su rebeldía y las mantiene subyugadas a sus designios.

Y el sentir reveló:

-La memoria la atesoran las viejas generaciones, que portan la experiencia de otros tiempos. A ellas pertenece el pasado. Pero nunca será de ellas el futuro aunque también sean responsables del porvenir, pues corresponden a la sabia joven los nuevos desafíos que ineludiblemente afrontará.
¿Quien teniendo para elegir toma el pan duro y deja el pastel en la mesa? ¿Cuantos, siendo posible el entendimiento eligen el conflicto para alcanzar sus pretensiones?  
Cuando se producen los cambios necesarios y las necesidades básicas son cubiertas, éstas pasan a un segundo plano y surgen otras nuevas - como en los tiempos actuales -, algo natural en el proceso evolutivo de la condición humana. Necesidades, como todas, influidas a su vez por el desarrollo tecnológico, que además de darles respuestas crea retos de realización cargados de necesidades nuevas que habrá que solventar.

  Todas las generaciones se han enfrentado al mismo desafío, la resistencia de las anteriores a los nuevos cambios, lo que ha provocado conflicto permanente en el presente y precariedad en las expectativas de futuro.
Las viejas generaciones no sólo han portado la memoria colectiva, sino que en ellas se ha asentado siempre el poder, y son ellas con sus escuelas de pensamiento las que han dictado el paso a las nuevas aprovechando su falta de experiencia - su ignorancia - para el adoctrinamiento a favor de sus intereses. 
La misma memoria que ahora se reclama a los jóvenes es la que ha inculcado en sus mentes la máxima de que se consigue más pidiendo que dando, que por encima de todo ha de estar uno mismo.
Pero ya los jóvenes no respetan como antaño los designios de los más viejos, cuando sólo unos pocos llegaban tan lejos en el tiempo y eran por ello admirados y tenidos en cuenta. La esperanza de vida que ha crecido como un gigante en las últimas décadas en las sociedades más evolucionadas ha roto el viejo esquema, provocando en las nuevas generaciones la pérdida de referentes anteriores, caducos a su tiempo.
Las nuevas generaciones son las portadoras de los cambios necesarios y tienen la fuerza para adaptarse a sus transformaciones, y esta vez los referentes del pasado no son los que delimitan su camino, sino los adelantos en la calidad de vida que posibilitan la ciencia y la tecnología, la libertad de movimiento y el acceso a la información. Son generaciones que no parten del conflicto, pues han nacido en tiempos de paz y sus aspiraciones van por la misma senda.
Las viejas generaciones deben tener en cuenta que su supervivencia va unida a la de los jóvenes, para no arrastrarles al conflicto como en otros tiempos con sus resistencias a los cambios ineludibles que de un modo u otro se producirán.
Deberán contribuir con su experiencia al desarrollo humanista de los jóvenes para seguir manteniendo el imperio de la paz, único estadio donde el ser humano encuentra lo que denomina felicidad.