El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

viernes, 26 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.











- Y los cambios a los que la vida se somete, ¿son previsibles?, ¿podemos detenerlos, modificarlos a nuestra conveniencia; o debemos solamente adaptarnos lo mejor posible a la nueva realidad sin intentar cambiarnos a nosotros mismos? Y el sentir reveló:













- Los cambios perpetúan la vida y son imprevisibles; no son controlables pues surgen por encima de nosotros, y aunque cambiamos constantemente, somos siempre lo mismo. Son los cambios quienes nos visten distintos cada vez, quienes nos perfuman con sus aires nuevos y nos hacen ver las cosas de diferente manera con los mismos ojos. Sin ellos sería imposible la vida, por monótona moriría. Por eso no es cosa nuestra el cambiar, sino el sentir los cambios y adaptarnos. Y esto es precisamente lo que hacemos. Sólo en la medida en que nos resistimos a adaptarnos empezamos a intentar cambiarnos, y es entonces cuando sufrimos verdaderamente el cambio, justamente por la imposibilidad de conseguirlo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.


























Preguntaron las palabras al sentir sobre la acción y sobre la inercia. Sobre el modo y la forma. Y el sentir reveló:


- ¿Queréis actuar sobre algo? Observar su forma; ella os determinará el modo en que debéis hacerlo. Aplicar siempre el mismo modo de actuar implica solamente que podremos alterar, más o menos, la forma de aquello sobre lo que actuamos. Pero fácilmente resultará que no modificaremos las causas que provocan esa forma, que también de alguna manera están sujetas a un modo determinado. Y en la medida que nuestra actividad cese, retornará la forma primigenia. Ambas cosas, forma y modo, están interrelacionadas: una cosa implica la otra. Igual que el no actuar es otro modo, del cual resulta una forma..


domingo, 14 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.


























Y las palabras preguntaron al sentir por los muertos y el pasado; y por los vivos y el presente...Y el sentir entonces, reveló:






- Dejad en paz a los muertos para que no os persigan sus fantasmas; dejadlos en paz. Dejad de juzgar a los vivos, pues aún no han terminado su camino. No les juzguéis. No devoréis la vida pues a otros se la estaréis quitando. No os fijéis sólo en vuestros defectos, pues esto impedirá que podáis cambiar lo que os disgusta. Y mirar lo que de bueno tiene vuestro corazón. Seréis felices.




Y de nuevo preguntaron las palabras al sentir. Preguntaron sobre la vida y la muerte. Otra vez, el sentir reveló:
- Se pueden vivir muchas vidas sin necesidad de nacer y morir cada vez. Y en lo que todos y cada uno creemos, siempre es posible; aunque nunca lo percibiéramos así, estaría sucediendo. Sólo nuestra personalidad, nuestro carácter, se interponen entre la vida que no cesa y la felicidad que deseamos. Nuestra personalidad está atada al pasado, esclavizada por los deseos y asfixiada por el temor que produce el desconocimiento.






jueves, 11 de diciembre de 2008

LA SONRISA DEL PAYASO.



Y las palabras preguntaron al sentir sobre la risa y el llanto. Y el sentir reveló:

-¡Cómo nos regocija la risa cuando no nos afecta su burla, pero que amarga nos parece si a nosotros se dirige! ¿Cual será el rostro del payaso, cuando frente al espejo, se desprenda de su maquillaje?

Y las palabras preguntaron al sentir sobre la felicidad. Y el sentir reveló:

- Dicen quienes saben más, que el hombre más feliz del mundo es quien se conforma con la suerte que le toca. Pero también se preguntan: ¿Dónde está ese hombre?
Es fácil conformarse con la suerte propia. Lo difícil es que los demás se conformen también. Por un momento se puede ser feliz; sólo ese momento en que los demás lo ignoran.



Y de nuevo preguntaron las palabras al sentir sobre el destino . Y el sentir reveló:


-No es difícil saber lo que queremos ser. Lo complicado realmente es saber lo que somos. Pero solamente conociéndonos conseguimos aquello que queremos. Conocernos es fijarnos en lo que hacemos, no en lo que deseamos. Si conseguimos identificarnos realmente, le estaremos jugando una mala pasada al destino. 













El adiestrador de mandriles.





- Revélame tu sentir sobre la razón. 

Y reveló su sentir:





- Se preguntaba la razón, endiosada, donde se encontraría mejor, dado que en todas partes era reclamada y alabada. Mas, no tardó en darse cuenta de su ensimismamiento, y reconoció que le sería imposible hallar morada alguna donde encontrarse en plenitud, porque residía en Dios y era un bien demasiado escaso para la ambición de los hombres. 


 La razón, presumida y pretenciosa, ansiada y pretendida por los hombres, no existe. Sólo el tiempo es juez y parte. ¿Dónde está la razón en el cálculo de probabilidades? ¿Cuando una probabilidad es posible, entra dentro de nuestro tiempo ver su realización? Cualquier cosa es probable, incluso posible, pero todo ocupa un lugar en el tiempo y sólo puede realizarse en ausencia de otra.














domingo, 7 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.
























Las palabras preguntaron al sentir sobre los lazos familiares y el sentir reveló:

- A veces, los caminos no se unen ni trazando puentes.

Dos hermanos necesitaban verse, pero sus deseos eran diferentes: uno quería ver a su madre anciana, de la cual no sabía desde hacía mucho tiempo. El otro, que hermano y madre se encontraran.-


Y las palabras preguntaron al sentir por los deseos y el sentir reveló:



- Los deseos más ansiados son los que más tarde se cumplen. La respuesta es tan sencilla como complicada nos parece la vida. Andaríamos muy desorientados si aquello que deseáramos se cumpliera primero, pues nuestro deseo no coincide con los deseos de otros, y rápidamente, sin atender más intereses, entraríamos en un conflicto que nos perdería realmente. Es precisamente la desorientación inicial de la que partimos la que permite- al intentar buscar un orden lógico, un cauce para nuestras acciones-, transcurrir paralelamente nuestras vidas con otras vidas, encontrando la armonía en la propia búsqueda de respuestas.





martes, 2 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.


Y las palabras preguntaron al sentir sobre el bien y el mal. Y el sentir reveló:

- Lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo; lo correcto y lo incorrecto, lo superior y lo inferior; aquello que nos hace admirables, como lo que nos muestra mezquinos y despreciables, son como los polos del imán: son nosotros mismos. De otro modo no existiríamos.


Lo bueno atrae a lo malo; lo malo a lo bueno igual. Lo positivo atrae a lo negativo; lo negativo a lo positivo atrae. Los hombres admirables atraen a los mezquinos y despreciables, y estos a su vez, también hacen lo mismo con sus contrarios. Sólo el polo positivo repele a su igual, y del mismo modo, el negativo hace lo propio.





















- Y de todas las grandezas del hombre, la compasión es la primera. La incomprensión, tal vez, el mayor de sus defectos. Pero ambos sentimientos nacen de su corazón y a otros corazones buscan intentando unirse con el todo: como cada pieza de un puzzle que al acoplarse encuentra su sentido.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El adiestrador de mandriles.


























Las palabras preguntaron al sentir sobre el conocimiento y la sabiduría. Y el sentir reveló:

- El conocimiento es seguridad y riesgo es la ignorancia.El conocimiento es compasivo y no es comprensivo el desconocimiento. Lo cierto es más evidente cuanto más se niega. Lo incierto lucha desesperadamente por existir.

Pero no es importante saber si el conocimiento adquirido no se transmite. No es verdadero el saber que únicamente se utiliza en provecho propio. No se debe pretender saber perdiendo el tiempo en negocios. No es creíble el saber que se enorgullece de serlo. Todo conocimiento necesita un tiempo de aprendizaje y toda experiencia renace cada vez que se rememora. Saber es la vida que se expande.

A menudo pensamos que nuestro saber no es importante en la medida que no participa de él un número grande de individuos, o dicho de otro modo, que nuestra voz es muda si no es escuchada en multitud. Pero la playa se funde en infinidad de granos de arena, arrastrados uno a uno por la corriente de un río que discurre. Y nuestra voz se agranda cuando a otra voz la transmitimos; como el cauce se ensancha en su lento descenso hacia el mar.

El adiestrador de mandriles.











Las palabras preguntaron al sentir sobre la vida. Y el sentir reveló:


- La vida discurre entre aguas turbulentas y rápidas y peligrosas corrientes. Pero también se diluye en los placenteros remansos de las aguas lentas y pacíficas del llano, que a veces la tormenta sacude y desborda, trayendo la destrucción sobre la que a su vez germinará la próxima renovación.


Y las palabras preguntaron al sentir sobre el transcurrir del hombre. Y el sentir reveló:



- Como se mueven las agujas del reloj, que parten de un punto para volver a él constantemente, así es la vida del hombre. Desde que nace busca aprender a levantarse, y cuando envejece, se afana para no caerse. Llora de niño y se queja de anciano. En principio y al final se encuentra desvalido, indefenso e inmensamente necesitado. Nace del mundo y al mundo retorna. Sólo en la esfera encuentran su lugar las agujas del reloj. Y sólo la cuerda que acciona su creador le aporta movimiento, ritmo, sonido y en definitiva, vida.














sábado, 29 de noviembre de 2008

El adiestrador de mandriles.



Le enseñó su sentir y las palabras hablaron:

- No quisiera ser por ser, sino, por querer ser. Me moriría en el mismo instante de descubrir que mi afán se hubiese resumido en ser, porque para ello habría consumido todas mis ilusiones. Estoy seguro de que no puedo hacerme daño. Todo mi sentimiento es verdadero.

El adiestrador de mandriles

La verdad se encuentra siempre tarde e incompleta.
El dolor se muestra temprano y tiende a lo absoluto.
El amor es eterno, y a menudo tenemos que hacer esfuerzos para sentirlo.










Dos amigos dialogaban una noche sentados a la luz de la luna. El primero en hablar dijo: 
-Me gustaría hablar como tú para que pudieras entenderme, pero mi expresión es pobre, y aunque son muchas las cosas que quiero decirte, siento que nunca podré hacerlo del todo.
El otro amigo le contestó emocionado: 

-Puedo jugar con las palabras, inventar lo que no sé. Pero juro que no tengo nada que merezca la pena contar. Enséñame tu sentir, que mis palabras hablarán por ti.







El adiestrador de mandriles.



Nunca antes aprendimos tanto ni tan deprisa:

nuestros ojos han crecido y miran más allá de las estrellas. Y su mirada es tan penetrante, que ni el más pequeño de los átomos escapa a su observación.



A través de una lente espiamos el discurrir de la vida y jugamos a recrearla. Analizamos su complejidad con el único fin de poder controlarla, y hasta llegamos a creernos Dios. Pero a pesar de los triunfos no tenemos el control.
La vida es mutación, nebulosa que fluye y refluye constantemente.