El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 28 de agosto de 2012

BORRÓN Y CUENTA NUEVA.



- Mas, ¿cuál es el fundamento del amor? - preguntaron las palabras esperando del sentir una respuesta definitiva - ¿ Se encuentra en el deseo de amar y de ser amado? ¿En la compasión y solidaridad que mostramos por quienes no conocemos, y que creemos más desgraciados por no vivir a nuestro lado? ¿O en nuestra lucha por la justa igualdad de todos los seres humanos y la consecución de un mundo mejor?

Y el sentir se reveló:

- El fundamento del amor es el perdón, la piedad por todo aquello que nos rodea y que está en contacto con nosotros.
Nuestro amor será más fuerte y grande, cuanto mayor sea nuestra capacidad de perdonar, de hacer "borrón y cuenta nueva". Y esto vale para todas las ofensas, incluso para aquellas donde no existe "retorno", marcha atrás o "vuelta de hoja".





Mas, el perdón no exime de la penitencia por el daño causado; la ley de los hombres nada tiene que ver con el amor universal que todo comprende, que todo suaviza; hasta el alma de los hombres salvajes, despiadados y abominables, que no merecerían sin él despertar a otra vida.

Pero el perdón aporta siempre una oportunidad última, incluso a aquel que sabe morirá seguro por sus crímenes: la posibilidad de arrepentirse, de desterrar de sí el lado oscuro que le arrastró al abismo para arrebatar otras vidas que no le pertenecían.




Daremos otra oportunidad al amor perdonando. ¿Quien no necesita que le pidan perdón por algo?¿Quién no necesita ser por alguien perdonado?
No podremos avanzar sin desprendernos de nuestras pesadas cargas; sin hacer borrón y cuenta nueva. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

LEVÁNTATE DE NUEVO Y ANDA.




- Recobrarás lo que salvó tu vida del naufragio de los errores y mirarás más allá de la playa desierta de esperanzas; tus sueños quedaron encadenados para siempre a los recuerdos que amas y no te abandonarán.

Nada importará el fracaso de tus decisiones si lo aprovechas para resurgir de la nada en la que te ves hundido, pues una oportunidad nueva está esperando tu impulso para materializarse.

El éxito y el fracaso son como las terminaciones de un músculo que se estira y se encoge propiciando el movimiento. Cuanto más cerca estamos de un extremo, más posibilidades existen de volver a su contrario; por esto, ¿que es el fracaso?, sino el principio del éxito y viceversa.

Creerás en ti mismo de nuevo, en las múltiples posibilidades del ser, que sólo esperan tu aliento para mostrarse como la huella de tu mano en los cristales empañados.





- Has admitido por fin que el futuro que vivas dependerá sólo de ti, de cómo te muestres en adelante, pues sabes que pronto quedará atrapado en lo único que de verdad posees, tu pasado, y que nada ni nadie podrán quitarte nunca.

Y no te dejarás arrastrar más por el viento fuerte que sacude la tormenta destructora; amarrado con las cadenas de la paciencia que te aportan tus convencimientos, esperaras la corriente favorable para mostrar tu valía.

No temerás nada en adelante, pues has comprendido que todo tiene una razón para suceder que acaba cuando se cumple, dando posibilidades a otras formas de hacer, de sentir, de mostrarte ante la vida, de ser otro de nuevo.





- Sacarás tus pies, varados en la arena de la playa desierta a la que has llegado, para echar a andar buscando el color esperanza del nuevo oasis que se ha anunciado en tu interior, donde llegarás sediento de vida otra vez; vida que ya no venderás jamás a los sueños porque se habrán materializado en ti.  







martes, 7 de agosto de 2012

NO ME DESPEDIRÉ OTRA VEZ.



Abrí para ver quien había llamado a mi puerta, y al hacerlo, un remolino de polvo me cegó y entró dentro de la casa. Con las manos limpié mis ojos, que sólo se aclararon con sus lágrimas, y salí afuera. El viento se conducía calle abajo con violencia, elevando hacia el cielo la materia frágil que a su paso encontraba. Las nubes negras, plomizas, parecían venirse encima en infernal estruendo cubriéndolo todo, y desfilaban también vertiginosas bajo el firmamento perseguidas por los rayos de luz que las rasgaban constantemente.
Miré alto, al cielo, para ver las gruesas gotas de agua que comenzaban a caer lentamente, una tras otra en mi rostro polvoriento. Se dilataron las fosas nasales aspirando el fuerte aroma de la tierra mojada, tierra que empezaba a hacerse barro bajo mis pies descalzos.
Mas fue fugaz el momento pues cesó la tormenta, y las nubes, antes tan cercanas, se alejaron del cielo claro que se abría desde el oeste, dejando sólo polvo tras de sí.  
Me volví para entrar y comprobé que no había sentido cómo se cerraba la puerta con el último golpe de aire. Me había dejado en la calle sin llaves.





Un presentimiento recorrió todo mi cuerpo como un escalofrío en el momento exacto que sonó el teléfono dentro, y aunque sabía que no lo alcanzaría a tiempo, corrí al patio para entrar por la puerta de atrás y cogerlo. Llegué tarde para contestar a su llamada, tal como pensaba; y mientras rastreaba el número surgió un mensaje de texto que detuvo mis dedos impacientes. Reflexioné un momento mientras comprobaba que la llamada y el mensaje tenían el mismo origen, que pertenecían a la misma persona que esperaba ver aquella tarde y con quien había quedado el día anterior.
Pero esta vez pensé que no tenía escusa, y que aquel mensaje urgente dejado en el buzón de entrada de mi teléfono móvil significaba mucho más que eso.






La sangre parece helarse en las venas cuando la muerte anuncia su llegada; así sintió mi corazón su frío mientras leía. Aquel mensaje me hablaba de otra despedida para siempre, inevitable; y aunque me había preparado para ello, consiguió hundirme de nuevo en la melancolía depresiva contra la que luchaba en los últimos tiempos.
Sentí que perdería algo propio, que moriría otra parte de mí, y no me consoló saber que mientras mantuviera el aliento sus recuerdos no me abandonarían, como la huella que las cinceladas de su carácter habían grabado en el mío para siempre.






Me revelé por fin contra la vida enfermiza, moribunda, que me arrastraba hacia ella lentamente tratando de atrapar la  mía, como a todas, demasiado deprisa. Y dije no a otra despedida, a otro desgarro en mi corazón, negando a la muerte su burla para que no me venciera de nuevo.
No necesito el recuerdo de lo que nunca fue, de lo que resta cuando todo lo demás se ha ido; así no enturbiaré mi alma con lo que aún no acepto.





- Aparta de mí, muerte cobarde, que te cebas con aquellos que dan más a la vida cortando jóvenes sus vástagos.
Aparta de mi, muerte traidora, que llegas cuando nadie te desea traicionando aquello por lo que se ha luchado, impidiendo disfrutar lo que con sufrimiento y tesón se ha conseguido.
Vete, aléjate, no te preocupes; sabré reconocerte cuando esté dispuesto. Mi puerta estará cerrada para ti durante largo tiempo, no llames a ella para otra de tus despedidas.