El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 20 de diciembre de 2016

LA GRANDEZA DEL SER.






-Mi ser es pequeño - reveló el sentir - insignificante en el cosmos inalcanzable a la imaginación; pero hay muchos por debajo de mí, tantos como los que por encima están.
De éstos nada espero, salvo menosprecio y servidumbre. Acostumbrados a ambicionar lo más alto sienten vértigo si miran al abismo, y miedosos de caer al vacío intentan ignorar a quienes no están a la altura de sus expectativas. Sólo para poder elevar su posición recurren a ellos. 

Llegan hasta mí los que miran por debajo del horizonte que yo miro, incrédulos de alcanzar por sí mismos otro más elevado, pensando que podrán vivir como yo vivo si les revelo mi secreto. Como no tengo secretos, sólo hospitalidad y comprensión puedo darles. Después parten tristes, pues vinieron buscando pan y yo les di palabras, llegaron tras la llama de una ambición y yo eché serenidad en la hoguera de sus almas. Pero nunca dejarán de recordarme, pues bajé hasta su altura para compartir el mismo bocado, igual tiempo y sentimiento, y partí mi brazo junto a ellos por su causa.

Con el tiempo he aprendido a darme; antes, sólo venderme sabía. Únicamente la entrega sin reservas obtiene el premio del reconocimiento honesto y agradecido de los demás, necesario siempre en la realización espiritual.
Y hoy me siento agradecido, pues he recibido de otros seres aplauso sincero y admiración profunda.

Mi ser es pequeño, insignificante en el cosmos inalcanzable a la imaginación, pero hay muchos por debajo de mí, tantos como los que por encima están.