Desoladas regresaron a su ser las palabras para decir:
Los sentimientos se entremezclan con las creencias para postularse como principios invariables que conducen al enfrentamiento en las relaciones entre próximos e íntimos, verdades incontestables que ponen límites y levantan barreras infranqueables al amor y a la amistad, transformando las palabras en armas afiladas al calor de la disputa surgida en la misma complicidad y cercanía.
Me pregunto como puedo llegar al corazón de quienes amo sin agredir su orgullo, sin socavar sus sentimientos, para convencerlos de que la verdad que conozco nace de la bondad de los seres y crece en la esperanza que depositan en la vida que los contiene.
Y el sentir se reveló:
Las palabras en sí mismas carecen de valor. Sin hechos que las acompañen nada son. Los hechos dan cuenta de su veracidad o de su engaño y en ellos encuentran aceptación o rechazo.
No pretendas convencer con tus argumentos, utilízalos sólo para explicar el sentir de la verdad y acompáñalos con el ejemplo de tu actitud. El convencimiento es algo que se produce en el ámbito estrictamente personal, íntimo. Es uno mismo quien se convence después de una profunda transformación, de una conversión a otra escala de pensamiento. Tus palabras deben ser, únicamente, el vehículo que puede hacerlo posible.
Y con ellas procura ser siempre quien se defiende, no quien ataca, que no tengas que sentir la culpa de haber faltado al respeto el primero, pues aunque consigas vencer, nunca convencerás de ese modo y tu verdad habrá fracasado.