La guerra había llegado como un torbellino devastador tras estallar la tormenta que lentamente se había fraguado en la sociedad española de principios del sigloXX. Los nuevos vientos ideológicos inspirados en la autodeterminación de los pueblos y el auge de la clase trabajadora organizada sindicalmente, chocaron contra los poderes de una burguesía que ya no era protagonista de los cambios sociales y que como clase dirigente no estaba siendo capaz de sostener un modelo político estable.
La "borrachera" de los años veinte, que en España sólo había supuesto un nuevo enriquecimiento de la burguesía en contraposición con las penurias de la clase trabajadora, se convirtió en espeluznante resaca a principios de la década de los años treinta, encubriendo una guerra abierta entre los empresarios y los sindicatos de trabajadores, que en algunos casos como el de la CNT, se habían convertido durante la lucha en auténticas fuerzas sociales. Ya entonces, este sindicato contaba con más de un millón y medio de afiliados.
La CNT ( Confederación Nacional del Trabajo ) no sólo era un sindicato, representaba un verdadero modelo de cambio, de revolución social. Era un modelo nacido en la lucha de clases, en la guerra subterránea entre trabajadores y empresarios que enfrentaban sus pistoleros en las calles. Había luchado contra el "Sindicato Libre" de los empresarios y contra todos los gobiernos, desde su creación en 1910. Fue ilegalizada en 1911 por su participación en la huelga general convocada junto a la UGT, pasando a la clandestinidad hasta 1914. Participa de nuevo en la huelga general de 1917 y vuelve a ser ilegalizada por el régimen de Primo de Rivera en 1924. En 1931, tras el triunfo de la República, regresa otra vez a la legalidad. Durante este periodo protagoniza varios intentos de revolución social - como los sucedidos en Casas Viejas en Cádiz, o en la Revolución de Octubre en Asturias - que fueron duramente reprimidos por los distintos gobiernos republicanos y que supusieron los primeros intentos de comunismo libertario.
Sus dirigentes eran auténticas leyendas de pasión revolucionaria, nuevos románticos que entregaban su vida a una causa por la que eran capaces de morir, dando forma e inmortalizando una utopía que era la auténtica alternativa del cambio social.
Su postulado, el anarco-sindicalismo, trataba de iniciar la revolución social de abajo a arriba,"como se construye una casa, [ palabras de Durruti ] desde los cimientos al tejado". Todo lo contrario a lo que los sistemas tradicionales proponían.
La CNT mantuvo siempre su posición abstencionista, pues no eran partidarios del sistema representativo democrático, pero durante las elecciones de 1936, preocupados por el auge de los partidos de derechas y sus métodos de represión sindical, dieron libertad de voto a sus afiliados, lo que contribuyó decisivamente a la victoria del Frente Popular.
Tras el alzamiento militar fue la primera fuerza en reaccionar, evitando con la movilización de sus bases la sublevación en Barcelona. Desde ese mismo momento la CNT y FAI (Federación Anarquista Ibérica) se convirtieron en las verdaderas dueñas de las calles. Ni la Generalitat, ni el mismísimo gobierno de la República, mandaban en Cataluña sin su consentimiento.
Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso y Joan García Oliver habían sido el alma y motor del movimiento anarco-sindicalista. Hombres idealistas que sólo a través de la acción concebían su ideario y cuyo modo de vida prendió la revolución obrera en la Barcelona de 1936. No en vano antes practicaron el terrorismo, fueron pistoleros y atracadores de bancos, todo por y para el movimiento obrero y su revolución social.
Desde Barcelona se propagó la llama anarquista que prendió rápido en la sociedad catalana. Se socializaron todos los medios de producción poniéndolos en manos de los trabajadores, que se organizaron de forma autónoma. Las fábricas, los almacenes, los comercios, y hasta los las cafeterías y restaurantes serían socializados. La ciudad viviría unos momentos prodigiosos de colectividad fraternal entre la clase trabajadora y de auto-gestión de las fuerzas y los medios productivos.
En un principio, la muerte de Francisco Ascaso de un tiro en la cabeza mientras participaba en el asalto del cuartel barcelonés de Atarazanas, fue un impulso para la revolución social anarco-sindicalista, pero se quebró un pilar fundamental sobre el que se asentaba y se forjó un mito. Como mito fue Durruti, que tras crear la primera milicia, la "Columna Durruti", dirigió ésta a defender Aragón, donde la CNT tenía una gran base de afiliados, de la sublevación militar que había triunfado en Zaragoza. Consiguió llevar a sus hombres a escasos cuarenta kilómetros de la ciudad e implantó a su paso las colectividades agrarias, impuestas por la fuerza en muchos casos y donde algunos hombres de la columna - expresos de "La Modelo" de Barcelona liberados por García Oliver - cometieron crímenes contra la población.
Durruti era el líder, el hombre fuerte y duro de la CNT/FAI. Un caudillo verdadero cuyos hombres seguían por auténtica devoción, ciegos de su idealismo e ilusionados por su fe en la revolución.
Con más determinación y arrojo que medios se había enfrentado con el ejército nacional, consiguiendo detener su avance en el frente y partiendo Aragón en dos partes prácticamente iguales, de arriba a abajo.
La CNT era entonces la principal fuerza de una república que no pretendían y que se tambaleaba ante el ímpetu del avance de los ejércitos nacionales. Apoyaban a la república en un frente común contra el fascismo y el totalitarismo del levantamiento militar, pero sólo como un primer paso para conseguir la revolución social. No creían en los sistemas democráticos, a los que tildaban de burgueses y favorecedores del capitalismo.
Por todo ello, existía una confrontación moral con el resto de sectores y fuerzas republicanas que, Francisco Largo Caballero (PSOE), encargado de formar gobierno tras la caída del gobierno de Giral (Izquierda Republicana), intentó neutralizar ofreciendo a la CNT importantes carteras ministeriales. De aquel intento resultó ministro de justicia el anarquista García Oliver, un ex-presidiario reincidente, fundador junto a Durruti y Ascaso del grupo anarquista "Los Solidarios", que pelearon en las calles pistola en mano contra el Sindicato Libre de la patronal.
En el periodo de la dictadura de Primo de Rivera, Oliver crearía desde la cárcel el grupo "Nosotros", que entre otras cosas lideró la liberación de los presos de las cárceles catalanas en los días posteriores al estallido del 18 de Julio. Pero aquello supuso la dimisión de Largo Caballero más tarde, presionado por los comunistas (PCE) y el ala socialista más próxima a éstos. Los comunistas no estaban dispuestos a dejar que triunfara la revolución social y el peso de las armas se inclinaba hacia Moscú, único proveedor de la República.
Durruti desconfiaba del gobierno de la República, pues no le suministraba armas para sus milicias, impidiendo una ofensiva general sobre Zaragoza que aliviara al frente del Norte. Comenzaron las deserciones y Durruti ideó un plan para comprar armas en el mercado negro, lo cuál fue expuesto a Largo Caballero, que tras firmar el acuerdo en Madrid, se retractó posteriormente presionado por los comunistas, que exigieron el pago por adelantado de las armas que Stalin les había prometido. Una gran parte del oro del tesoro de la República viajó en barco rumbo a Moscú.
Durruti no tenía fe en la República, contra quien combatiría también durante los gobiernos anteriores al estallido de la guerra. No creía que a la clase burguesa, dirigente de los partidos republicanos, le interesase para nada la revolución social. Sabía que lo único que le unía con ellos era la lucha contra un enemigo mayor que tendrían que eliminar, si no querían ser exterminados con la ayuda de sus propias distensiones por el control del poder.
Y a pesar de su decepción, de saber que estaba siendo traicionado, acudió a defender Madrid con su columna en noviembre de 1936, siendo destinado a la defensa de la Ciudad Universitaria, la zona más comprometida de los combates. Y tras luchar con auténtica bravura contra un enemigo mucho mejor armado, murió en circunstancias que la historia no ha podido determinar, cuando la capacidad de un auténtico líder era fundamental en el desarrollo de la contienda. Con su muerte comenzó el imparable declinar del movimiento anarquista en España, de lo cuál se beneficiaron por igual ambos bandos contendientes.
La revolución social no había fracasado, era la víctima de una República que le debía el mérito de haber luchado a su lado y que le había dado la espalda.
Casi un año después, las tropas de Lister entraron en Aragón iniciando una ofensiva larga y sangrienta que comenzaría con la batalla de Belchite, un pequeño pueblo del bajo Aragón donde se había hecho más fuerte la resistencia nacional. Los generales de la República, empeñados en no dejar ninguna bolsa de resistencia, concentraron todas sus fuerzas en la conquista de este hermoso y soberbio pueblo aragonés, joya del arte "mudéjar".
Durante catorce días todo un ejército empleó su fuerza para reducir a poco más de dos mil hombres apoyados por los vecinos que no quisieron escapar, armados con sus escopetas de caza.
Belchite se iba a convertir en un escollo, en una china en el zapato del Ejército Popular, que permitiría a Franco reorganizar sus divisiones desplazando del frente de Madrid la 13 división de Barrón y la 150 de Saenz de Buruaga, además de parte de la Legión Cóndor con sus aviones. Mas, el esperado auxilio prometido a los defensores del heroico pueblo, nunca llegaría. La 13 división sería desplazada hacia el norte mientras que la 150 división contendría el avance republicano por el sur. Belchite quedó embolsado tras las lineas republicanas, a escasos kilómetros del frente.
- Mi capitán - Sergio se dirigió a José con un paquete en la mano envuelto en cuartillas, al tiempo que éste se ocupaba de dirigir la compañía en formación para sacarla del pueblo con rumbo a un nuevo destino.
- Si sargento, un momento. ¡Compañía, fir...mes! ¡Sobre el hombro, ar! ¡Media vuelta, ar! ¡En columna de a dos. Marchando, ar! - La compañía empezó a moverse en doble columna de dos.
- Dime Sergio. ¿Te has encargado de recoger el equipaje?
- Sí José; te traía esto.
- ¿ Qué es ? - Preguntó José.
- Me lo ha entregado personalmente par ti la mujer del otro día, Piedad.
José se quedó un tiempo mirando el paquete, estaba atado con un cordel de cáñamo y por su forma parecía un libro, un libro muy pesado.