El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 15 de noviembre de 2011

EL ADIESTRADOR DE MANDRILES.





Y preguntaron las palabras al sentir por el buen estado, el buen gobierno y el buen gobernante, y el sentir se reveló:


El estado puede compararse con una gran orquesta en la que  sus ciudadanos son los músicos y quien gobierna, el maestro director.


La razón de ser de la orquesta es la música, necesaria para la felicidad y el disfrute, que es realmente lo que se anhela. El buen estado representa y realiza el anhelo de felicidad de sus ciudadanos como fin primordial.



Las notas musicales son las normas permanentes que permiten formar una armonía; las normas naturales son permanentes, porque contra otra fuerza o razón se repiten siempre como las notas musicales, para poder crear con ellas cualquier melodía.


El buen gobierno es el resultado de la interpretación correcta de las normas permanentes, de las notas musicales sobre las que se construye la melodía a interpretar. Los músicos deben practicar las notas para ejecutar bien la melodía  y el director de orquesta no interferir en la medida de lo posible; sólo actuará como punto de referencia para indicar la dirección antes de que ésta pueda perderse.
El buen gobernante no debe interferir en el libre y natural desarrollo de su estado, como tampoco permitirá que ninguna parte sobresalga por encima de él. El buen director se mantiene fiel a la partitura para no interferir en su realización, marcando la referencia para que ningún intérprete pueda desviarse. De ello se deduce que no hay orquesta sin director, ni director sin músicos.
Pero para que los músicos armonicen sin rivalizar y sin tratar de destacar entre ellos, su director no primará, como tampoco reprimirá a ninguno, pues es la armonía lo principal y sobre ello habrán de trabajar juntos.
Ateniéndose siempre a la partitura ganará la confianza de quienes dirige, pues para todos será la misma norma y a todos igualará permitiendo sus individualidades, sin las cuales no tendría vida la orquesta.
Sin pretender mejorar la melodía, interpretará ésta tal cuál es, como fue concebida, y será reconocida por todos.
No queriendo sobresalir brillará, sera famosa su interpretación, porque será la justa y así se recordará siempre.



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