-¿Cuál es el objetivo final de la sabiduría? - Preguntaron las palabras -. ¿Cuándo es posible considerar que es suficiente el conocimiento, que un hombre es sabio?
Y el sentir se reveló:
-El fin supremo que pretende la sabiduría es la felicidad. Los conocimientos van destinados a la comprensión de la vida y sirven para sentirla en plenitud. No hay sabiduría en quien acumula conocimientos pero se siente infeliz, culpable de no ser comprendido por quien desafía su convencimiento. El hombre sabio regala su conocimiento y nunca trata de imponerlo, por eso evita la infelicidad que provocan las contrariedades.
El hombre sabio no desprecia a su oponente, aunque éste acumule menos conocimientos, pues es de su oponente de quien obtiene relación de su propia medida.
No pretende enseñar, pero tampoco oculta su verdadera naturaleza ni su forma de actuar. Siempre se comporta de igual modo allá donde va y no hace distinciones entre seres.
El hombre sabio nunca termina de serlo, pero es consciente de que la sabiduría no se alcanza en una vida entera, no se contiene en un ser, porque es infinita y eterna.
Y teniendo en cuenta este principio se acomoda a las cosas para evitar ser infeliz en sus limitaciones.
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