El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

sábado, 29 de abril de 2017

BORDEANDO LA TORMENTA.





















































































































DIÁLOGO EN EL SILENCIO.






-No es fácil entablar diálogo sosegado con uno mismo - dijeron las palabras -; para ello es necesario el silencio, casi imposible en estos tiempos eufóricos de experimentación física de la materia.

Reclamado por los pensamientos inacabados que encierro en el sueño de la noche, despierto cada mañana obnubilado buscando el ruido del mundo para conectarme con él. Y recurro a las voces, el griterío, la música y las imágenes que transportan las ondas, con las que distraigo el cavilar molesto y desordenado de mi intención perezosa y comienzo el trajín rutinario que mantiene la existencia a lomos de la monotonía del tiempo pasajero; sin cumplir lo propuesto; añadiendo más expectativas al tiempo por venir.

No, sin silencio nuestros pensamientos no obtienen el sosiego necesario para hallar el cauce adecuado a nuestra intención y que discurra de acuerdo con el resto de las cosas; para encontrar la serenidad que permite disfrutar experimentando con las sensaciones que produce el contacto físico con lo material, en lugar de padecer sus efectos inesperados.

Pero hoy, en medio de los sonidos del mundo percibí el silencio en mi alma y me hallé solo, dialogando con el otro yo que amo y que se muestra inseguro y prudente, siempre a la sombra de éste, que lo evita cada día en la primera oportunidad que le brinda el ruido incesante.



-El silencio es la estancia de los espíritus - reveló el sentir - y sólo en él encuentra serenidad el alma para contener al ser impetuoso, hambriento de realización, llamado a la equivocación por la experimentación de las sensaciones materiales.
El verdadero silencio se encuentra en el interior de cada ser, y para percibirlo voluntariamente es necesario apartar las percepciones del mundo exterior.
Sin él el pensamiento se aturde incapaz de ordenar las prioridades, de armonizar la dualidad del ser, lo que provoca su ansiedad y pereza, su falta de voluntad.
En el silencio se abre diálogo entre el alma y el cuerpo, permitiendo que sea posible su existencia en un mismo tiempo y espacio sin enloquecer por el ruido que el mundo provoca y que no controlan, que dirige su pasos y del que llegan a ser esclavos.
En el silencio reside la voluntad que los seres entregan al mundo intentando ser felices en él.





lunes, 24 de abril de 2017

PRINCIPIO DE AMOR.





Desconsoladas, llenas de amargura y vacías de contenido regresaron las palabras; mudas, por no encontrar eco en el corazón que pretendían sanar de su decepción.
Su discurso de vida parecía resultar doloroso para quien perdía un pedazo de la suya lentamente, arrebatado por la enfermedad precursora de la muerte. Habían recogido el testigo de aquel dolor con el compromiso de ser constantes, de no abandonar a pesar de cada derrota y llegar al final no pretendido, pero innegable. Y se sentían fracasadas, huecas, ridículas ante la contraria realidad. ¿De qué servían si no podían sanar la enfermedad implacable, si eran inútiles frente a la muerte sinuosa? Sólo ingenuos deseos de felicidad inexistente, de fe infantil e inconsistente, que a pesar de su lealtad entregada y franca parecían revelarse como cumplimientos lastimosos desprovistos de piedad.

Entonces, el sentir se reveló.

-La vida y la muerte no se pueden retener, sólo acompañar desde la consciencia y la clarividencia verdadera, que es la que comprende y acepta a su vez las limitaciones propias y ajenas.
La compasión es el principio del amor a la vida y se realiza primero en cada ser. Nadie es compasivo si antes no lo es consigo mismo.
Entregar la compasión que se tiene puede que no sane la enfermedad, pero si es pura, aliviará el dolor del corazón atenazado.
Y quien da lo que tiene no puede hacer mayor entrega de honestidad. Hay quien puede portar siempre la sonrisa, pues es natural en su corazón, pero no todos esconder tras ella su tristeza. Sin embargo todo tiene cabida en el alma cada vez más necesitada, cada vez más mermada de fuerzas y que libra guerra incruenta en soledad. Detrás de cada derrota volverá a la tregua necesaria para rearmarse ante la próxima batalla inevitable; y lo hará con todo aquello que de verdadero existe y obtiene de los corazones que la acompañan. Hasta el final, cuando agotado el último cartucho ya no le queden más fuerzas.