-Un hombre es capaz de hacer cualquier cosa que haga otro hombre - le dijo -. Por eso no debes afanarte intentando ser el mejor con lo que haces. Éso no te llevará muy lejos, necesitarás todo tu tiempo.
Lo realmente prodigioso de cada hombre se encuentra en su corazón y es algo único e irrepetible que otro no puede alcanzar por más que se esfuerce.
Y ese prodigio, que existe también en ti, no tienes que ganarlo, no tienes que competir por él; nadie puede arrebatar tu forma de sentir y de mostrarte al mundo.
Crecerás en la medida que hagas posible tu prodigio compartiéndolo con quienes te lo reclamen, nada más. Y siempre será tuyo, nadie negará su valor, todos lo reconocerán.
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