-No, nada que temer, hermano. Mi existencia es lo suficientemente larga como para sentirme satisfecho de muchas cosas y harto de otras tantas. Ya no es tiempo de cambiar y tampoco lo deseo. Llevo la vida a mi manera convencido de que otro no podría hacerlo como yo, por eso nada que reprochar al tiempo pasado ni al que vendrá, conozco el sabor dulce del placer y los amargos fracasos cosechados por el abandono de la consciencia.
Nada le debo y nada me debe ella a mí, pues si de la vida tomé lo que amaba, también se lo llevó después.
Tampoco puedo perder, pues ya nada está en juego. Jugué como supe mis cartas en su partida y me libré de perder demasiado, de perderme a mi mismo. Ahora miro desde fuera y sólo espero que su juego me distraiga hasta el final.
Estoy preparado, esta vez no necesitaré equipaje. Cuando me vaya lo haré desnudo, igual que la vida me alumbró.
Y mientras tanto no me sentiré solo, pues coseché familia y amistades que comparten mi tiempo y se preocupan por mí. Por eso nada temo, hermano. Las cosas vienen igual que se van, lo mismo que los hombres. Hay quienes nunca han tenido una segunda oportunidad; otros, afortunados como yo, no la necesitamos; ninguna circunstancia fue capaz de doblegar nuestra voluntad de ser como quisimos y mostrarnos como tal. El destino que elegí se ha cumplido y mi ser se encuentra en paz, sosegado, predispuesto a sentir del mismo modo que siempre, sin remordimientos, hasta el final.
No te preocupes por mí, hermano. Yo no lo hago demasiado.
Nada le debo y nada me debe ella a mí, pues si de la vida tomé lo que amaba, también se lo llevó después.
Tampoco puedo perder, pues ya nada está en juego. Jugué como supe mis cartas en su partida y me libré de perder demasiado, de perderme a mi mismo. Ahora miro desde fuera y sólo espero que su juego me distraiga hasta el final.
Estoy preparado, esta vez no necesitaré equipaje. Cuando me vaya lo haré desnudo, igual que la vida me alumbró.
Y mientras tanto no me sentiré solo, pues coseché familia y amistades que comparten mi tiempo y se preocupan por mí. Por eso nada temo, hermano. Las cosas vienen igual que se van, lo mismo que los hombres. Hay quienes nunca han tenido una segunda oportunidad; otros, afortunados como yo, no la necesitamos; ninguna circunstancia fue capaz de doblegar nuestra voluntad de ser como quisimos y mostrarnos como tal. El destino que elegí se ha cumplido y mi ser se encuentra en paz, sosegado, predispuesto a sentir del mismo modo que siempre, sin remordimientos, hasta el final.
No te preocupes por mí, hermano. Yo no lo hago demasiado.