El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

MI CATEDRAL.






No existe lo más grande ni lo más pequeño - se dijo -; ambos extremos no tienen principio ni final, sólo límites en nuestra percepción. 
De lo pequeño surge lo grande repitiendo sin cesar el mismo patrón a una escala diferente, confirmando así la eternidad de las cosas. De ahí que todo contenga la misma importancia, independientemente de su tamaño.
Por eso, nunca más dudaré de la cualidad de mi pequeñez para transformarse en algo grande. 
Con la constancia lograré los triunfos que pretende mi voluntad, que colocaré paciente uno a uno para realizar sueños. La impaciencia no marcará mis pasos, ni el desaliento de lo errado encadenará mi ánimo con la pereza, enemiga de la vida y contraria al ritmo de sus transformaciones. Y paso a paso, piedra a piedra construiré mi catedral, mi gran obra. Lo más sólida que sea capaz, lo más bella que pueda imaginar; para que perdure en el tiempo y sea admirada.
Todo el camino andado hasta ahora, el esfuerzo empleado en su definición, y hasta el tiempo consumido por las dudas de su realización, han sido necesarios. No desfalleceré cuando las circunstancias dificulten su progreso y siempre estaré dispuesto a proseguir cuando el tiempo juegue a favor. Mi obra superará mi pequeñez y mi alma alcanzará su eternidad.







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