Deseosas de la verdad, las palabras preguntaron al sentir:
- ¿ Y qué hacer con nuestros mayores, quienes nos pusieron donde estamos y se aseguraron de que llegáramos tan lejos ?
Y el sentir se reveló:
- De su deseo nacimos y con nosotros se cumplió su destino mayor: perpetuar la vida.
De su cuchara comimos y sus manos limpiaron nuestras heces con agua pura.
En sus palabras conocimos la verdad y la mentira; el castigo y el perdón.
De su trabajo vestimos nuestros cuerpos desnudos y con su amor crecimos soportando el dolor.
Sufrieron por nosotros, cuando sin saber por qué, sufríamos; y sabiéndolo ellos, nuestra juventud no dejó que nos ayudaran sus consejos de otros tiempos.
Responsabilidad nuestra es su partida y su tiempo de espera mientras se envejece. Si de su mano comimos, como pajaritos que despiertan al aire y la luz, comerán de nuestra mano.
- De su deseo nacimos y con nosotros se cumplió su destino mayor: perpetuar la vida.
De su cuchara comimos y sus manos limpiaron nuestras heces con agua pura.
En sus palabras conocimos la verdad y la mentira; el castigo y el perdón.
De su trabajo vestimos nuestros cuerpos desnudos y con su amor crecimos soportando el dolor.
Sufrieron por nosotros, cuando sin saber por qué, sufríamos; y sabiéndolo ellos, nuestra juventud no dejó que nos ayudaran sus consejos de otros tiempos.
Responsabilidad nuestra es su partida y su tiempo de espera mientras se envejece. Si de su mano comimos, como pajaritos que despiertan al aire y la luz, comerán de nuestra mano.
Si limpiaron nuestras heces y cuidaron nuestra enfermedad, limpiaremos su cuerpo como vida pura que nace, y curaremos sus heridas.
Pues la vida viene, pero también se va. Como se prepara un embarazo deseado y se espera con júbilo el nacimiento, deberíamos despedir la vida de quienes nos precedieron.
Nadie mejor que nosotros mismos está preparado para sus cuidados, nadie mejor los conoce. No les dejemos en otras manos confiando por entero nuestra responsabilidad. No existen escusas que nos autoricen a abandonar nuestra propia vida.
Saquemos fuerzas de nuestro hacer ineludible y responsable y sintámonos orgullosos por ello para no decaer en los momentos de tristeza; duros e inagotables de dolor y cansancio. Porque no es lo mismo dar de comer a un pajarito recién nacido, que a otro que ni siquiera lucha ya por no morir.
Pues la vida viene, pero también se va. Como se prepara un embarazo deseado y se espera con júbilo el nacimiento, deberíamos despedir la vida de quienes nos precedieron.
Nadie mejor que nosotros mismos está preparado para sus cuidados, nadie mejor los conoce. No les dejemos en otras manos confiando por entero nuestra responsabilidad. No existen escusas que nos autoricen a abandonar nuestra propia vida.
Saquemos fuerzas de nuestro hacer ineludible y responsable y sintámonos orgullosos por ello para no decaer en los momentos de tristeza; duros e inagotables de dolor y cansancio. Porque no es lo mismo dar de comer a un pajarito recién nacido, que a otro que ni siquiera lucha ya por no morir.
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