- Pinté de negro el lienzo de mi vida para tapar los errores del pasado. Después comprendí que no había aprendido a componer sobre el blanco inmaculado, y que nadie más que el maestro experimentado, de la luz puede crear vida en las sombras. Que quien no sobrevive a la intensidad de la luz, perece en el olvido de la oscuridad.
Mas el negro había sepultado los colores de mi ilusión pasada, aquella que nunca podría borrar del todo, pues sus pinceladas perdurarían sobre la textura de la tela para siempre, visibles a contraluz.
Y decidí, que el viejo lienzo pintado de negro se quedase así, adornando el rincón oscuro de mi refugio. Mi necesidad de componer un cuadro nuevo, lleno de vida, no pasaba por el negro, el negro no es un color. Tenía que aprender todo aquello que antes había dejado de lado, para deshilachar el haz de luz hasta convertirlo en arco iris.
Mas el negro había sepultado los colores de mi ilusión pasada, aquella que nunca podría borrar del todo, pues sus pinceladas perdurarían sobre la textura de la tela para siempre, visibles a contraluz.
Y decidí, que el viejo lienzo pintado de negro se quedase así, adornando el rincón oscuro de mi refugio. Mi necesidad de componer un cuadro nuevo, lleno de vida, no pasaba por el negro, el negro no es un color. Tenía que aprender todo aquello que antes había dejado de lado, para deshilachar el haz de luz hasta convertirlo en arco iris.
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