- Me inculcaron que una imagen vale más que mil palabras. Que una mentira, a fuerza de repetirla, se transforma en "mantra", en verdad que todos aceptan. Por ello me siento confundido entre la verdad que acepto y la mentira que intuyo. Las imágenes tan sólo me transmiten la luz que reflejan sobre los elementos y las sombras que éstos esconden.
- Las imágenes contienen la atracción de la luz, pues vivimos en la oscuridad y son resultado de nuestra contemplación. Las palabras surgen del interior oscuro de cada ser como resultado de la reflexión de sus percepciones, y buscan la comprensión en otros seres.
Imágenes policromadas adornaron durante siglos los templos y palacios, y las colosales obras erigidas en nombre del poder supremo, aún representan sobre el paisaje su misma fuerza de atracción ante los ojos expectantes.
Pero utilizamos la capacidad de atracción de las imágenes escondiendo las palabras, capaces de formular preguntas que buscan respuestas. Y las "encriptamos" en códices que otros no pueden comprender. De este modo secuestramos las soluciones que las respuestas aportan para venderlas al mejor postor, obteniendo así un interés egoísta que solo sirve a la ambición desmedida del ego.
Nunca valió una imagen más que mil palabras, solo que así nos lo hicieron creer. El ser humano, primero se reconoció a sí mismo en la voz, y en ella halló el intercambio necesario que culminaría con la civilización primera. Desde entonces gobierna el mundo y a todas sus especies.
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