El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 3 de octubre de 2017

EL ABRAZO.






-Quizá sepas cuánto lo siento, pero no cómo amo el momento que me separó con furia de tu lado, pues sólo entonces reconocí al amigo que estaba a punto de perder, al compañero silencioso que un día siguió mis pasos para retomar de nuevo su camino; sólo entonces huyó de mí la soberbia del carácter tempestuoso, empujado a la nada por otras voces que acallaba, que liberé al fin en mi soledad. Me siento profundamente afectado por haberte decepcionado.

No hay nada que duela más a mi alma que perder afectos como el tuyo, que ha superado el dolor de vencerse a sí mismo y que por ello busca siempre comprensión en todas las cosas. Espero que sientas compasión por mí, sólo podré perdonar mi osadía si tú has logrado hacerlo, y no me sentiré pleno de nuevo hasta recibir tu abrazo estrecho sobre mi cuerpo, necesitado de tu contacto.

Creí descubrir un camino del que tú diste fe para confirmarme que no estaba equivocado, y que nada más que yo podría borrarlo volviendo atrás por la senda marcada. Ahora, derrotado por mi intransigencia siento el peso de la equivocación, imposible de llevar si tú no me acompañas.

Tu me hiciste recordar lo bueno que resulta rectificar cuando erramos por dar rienda suelta al ímpetu del temperamento; que la amistad sólo es el principio de algo más sublime, la piedad por los demás, el respeto escrupuloso por todo lo que nos rodea; que existen el bien y el mal, como existen el sol y la luna que rigen nuestro cielo, pero que debemos apostar siempre por la positividad que permite seguir avanzando, construyendo escaleras a la realización personal y colectiva; a la felicidad liberadora, de la que nunca el cansancio de nuestro existir debe apartarnos de su búsqueda.

Más que nunca, necesito reconciliarme con la vida en un abrazo contigo.




No hay comentarios: