El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 17 de octubre de 2017

EL GERMEN DEL MAL.




-Y esta reacción inesperada, surgida en las masas cual torbellino en tierra seca que con furor tapa los oídos, ciega los ojos y hace irrespirable el aire, ¿cómo ha surgido?¿Quien consiguió unir tantos clamores bajo estandartes alzados? - Preguntaron las palabras -. ¿Cuál, el principio de la revolución que acerca otra vez a los seres al precipicio del enfrentamiento entre hermanos?

Y el sentir reveló:

Cuando el robo se convierte en un hecho generalizado empuja a los seres humanos a la guerra. Pero no surge el conflicto en los más débiles y desfavorecidos, que en su deseo de paz se dejan explotar hasta la extenuación como ganado fiel, sino en los poderosos y dominantes que ven peligrar sus intereses bastardos.
Cuando un pobre roba a otro pobre, lo deleznable del acto no pasa de ser mera anécdota. De igual modo si el rico roba al pobre, lo que se considera normal.
Si el pobre roba al rico, como mucho se convierte en leyenda; más, si el rico roba a su igual, se desata la revolución.
Y eso pasa exactamente. Las masas, adoctrinadas con promesas de realización por las élites poderosas, hacen las guerras que éstas premeditan para defender sus intereses en un orden nuevo, pues el presente ha sucumbido a su expolio.
Para ello envenenan primero el pasado y persuaden a las mentes necesitadas de respuestas para las hordas de la desconfianza en el porvenir, manejando para ello el miedo y la coacción. Luego fían leyes tramposas que fomentan la corrupción de los principios y que después burlan para crear el caos. Y finalmente lanzan a la masas enfervorecidas a la acción directa para producir el enfrentamiento que haga estallar el conflicto que les interesa.
La crisis de valores es la causa esgrimida que justifica el conflicto, pero antes fue fomentada por el lucro insaciable ejercido por los poderosos, que llegado el momento, desconfiados de quienes fueron siempre sus aliados de partida, se resisten a perder un ápice de sus privilegios y pasan a refugiarse en los territorios, arropados por el fervor de sus masas.










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