-Hoy me he sentado en la piedra que, como proa de barco hundido en playa solitaria, yace en una esquina del cruce de caminos por el que paseo a diario; y he contemplado el crepúsculo anaranjado pintado por el sol, que ágil se descolgaba del cielo inmaculado buscando regazo en el horizonte.
Sobre la misma piedra he descansado otras veces sin reparar en que siempre estuvo allí, mucho antes de que yo supiera de su existencia; y que seguramente allí permanecerá cuando yo sea materia inerte, polvo esparcido por el viento en el espacio inabarcable. Seguirá entonces en el mismo sitio, recibiendo a otros que en su descanso contemplarán el ocaso del sol sin preguntarse por el suyo.
Comprendí lo efímero de la vida y dudé del sentido de mi existencia consciente, de su energía transformadora, que como aseguran se fundirá con las estrellas en el cosmos infinito para no volver a sentir.
¿De dónde procede entonces mi consciencia vital, si sólo soy consecuencia de la reacción química y espontanea de los elementos?¿Es acaso la consciencia su resultado, o por el contrario el ingrediente básico sin el cual no son posibles las transformaciones?
Siento desaliento cuando pienso que mi consciencia es sólo eso, algo casual que nace y muere conmigo -. Dijeron las palabras.
Y el sentir se reveló:
"El hombre ha matado a Dios en su interior y ahora sólo el hombre es responsable de sus acciones y circunstancias."- Se ha dicho.
Mas, el ser humano sólo ha matado su esperanza de pertenecer a algo infinito y eterno, a una consciencia superior. Y por ello se esfuerza en vano por dominar la naturaleza, en quien reconoce a la vida, pero que se muestra como diosa cruel y caprichosa que lo mantiene atado a sus leyes para realimentarse.
Y de su desesperanza por permanecer surge el conflicto en su interior, pues son mayores sus dudas que sus convencimientos, sus deseos que sus necesidades, lo que hace que vuelva a sentirse minúsculo y huérfano de un dios mayor al que pertenecer para encontrar sentido a su existencia.
Sin el sentimiento de pertenencia a un ser superior el humano se siente finito, y la idea de vivir más en menos tiempo se convierte en obsesiva en su mente, lo que le conduce al exterminio de los recursos naturales que consume intentando conseguirlo.
No sólo el ser humano es responsable de sí mismo, sino de todo lo que le rodea, por estar situado en la cima del ciclo vital gracias a su consciencia.
En su negación del ser supremo se niega a sí mismo como creador de vida, imponiéndose su carácter depredador, más cercano al ser instintivo y animal, que al ser reflexivo y humano.
Mas, el ser humano sólo ha matado su esperanza de pertenecer a algo infinito y eterno, a una consciencia superior. Y por ello se esfuerza en vano por dominar la naturaleza, en quien reconoce a la vida, pero que se muestra como diosa cruel y caprichosa que lo mantiene atado a sus leyes para realimentarse.
Y de su desesperanza por permanecer surge el conflicto en su interior, pues son mayores sus dudas que sus convencimientos, sus deseos que sus necesidades, lo que hace que vuelva a sentirse minúsculo y huérfano de un dios mayor al que pertenecer para encontrar sentido a su existencia.
Sin el sentimiento de pertenencia a un ser superior el humano se siente finito, y la idea de vivir más en menos tiempo se convierte en obsesiva en su mente, lo que le conduce al exterminio de los recursos naturales que consume intentando conseguirlo.
No sólo el ser humano es responsable de sí mismo, sino de todo lo que le rodea, por estar situado en la cima del ciclo vital gracias a su consciencia.
En su negación del ser supremo se niega a sí mismo como creador de vida, imponiéndose su carácter depredador, más cercano al ser instintivo y animal, que al ser reflexivo y humano.