-Rebrotaste en mi atardecer como flor nueva, hermosísima; en árbol ya viejo, recién podado.
En el olvido de tu frescura creí poder amarte, y por un instante olvidé que ya amo, que un día disfruté otra frescura, desde entonces sólo mía.
De tu juventud exultante pensé rejuvenecer, pero sin perder lo ganado; como si no hubiera pasado el tiempo suficiente para ser otro, cansado de perder siempre sus sueños; acostumbrado a ganar en lo no deseado.
!Cómo olvidarme de quien me ama y soporta mi dolor! Mi amor por ti ya no puede ser puro pues mi alma, mil veces violada, no responde bien al dolor que todo amor conlleva. Perdona si un instante olvidé que tú y yo no debemos amarnos, pero tú eres divina y yo descenderé de nuevo a mi infierno.-
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