El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 22 de abril de 2009

COMO EL RÍO FLUYENDO HACIA EL MAR.


- Se despierta la mañana entre brumas de sol naciente, como se despierta mi alma entre nieblas de dudas y perturbaciones. Sin saber aún cual es el secreto de la vida que nos contiene.- Y el sentir reveló:


- Si el aire no llevara polvo y el agua no contuviera sales, beberíamos sólo agua y sólo oxigeno respiraríamos.
Si nuestro alimento no estuviera contaminado con enfermedades, adulterado por deficiencias, alimentarnos sería sencillo y sano. Nuestro cuerpo demandaría nada más que lo necesario y lo específico en cada momento.

Si fuese creativo nuestro trabajo, no acumularíamos tanto cansancio y nuestro sueño sería más reparador.

Si nuestras palabras reflejaran siempre nuestros pensamientos, nos resultaría mas fácil comunicarnos.

Si nuestro amor fuera siempre desinteresado amaríamos de verdad y sentiríamos el amor de muchos amores.
































El secreto de la vida radica y se contiene en la pureza. Y en nuestro paso por la eternidad de las cosas cedemos la nuestra para disolvernos en ellas y así perpetuarnos. Somos como el río que desciende hasta el mar. Nuestro fin no es otro, que el río siga fluyendo y discurriendo, para que pueda ser río y mezclarse con el mar.

 Nuestras percepciones se olvidan siempre de nosotros mismos, de nuestro latido interior, y el afán de poseer y perdurar nos hace pronto olvidar que somos parte de todo, como todo sería incompleto sin nosotros.

Somos como el río que fluye y discurre buscando el mar. Nuestro fin es ser río, que desciende ahora rápido y más lento luego, para unirse y disolverse con el mar.


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