Incansables en su curiosidad, regresaron las palabras al aire para preguntar al sentir por la "moralidad" de los hombres. Dudosas, confundidas entre tantas ramas del pensamiento. ¿Cuál, la auténtica moral?
Y el sentir reveló:
- La moralidad es nuestra norma básica de convivencia. Se asienta sobre las bases de las creencias, que con el paso del tiempo se convierten en tradiciones.
Pese a la diversidad de tradiciones, dos son las creencias únicas sobre las que se erige nuestra moralidad: la creencia de que somos perdurables, eternos; que nuestra materia y energía no desaparecen, sino que mutan, y que nuestras acciones repercuten con el transcurrir del tiempo. Y la creencia de que somos limitados, irrepetibles y caducos. Que nuestra existencia se basa en la espontaneidad y la coincidencia, las cuales debemos aprovechar en nuestro favor, pues nunca más volverán a repetirse.
Estos sentimientos reales anidan con fuerza en unos y otros corazones y son encubiertos por la eterna lucha entre el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo, lo conveniente y lo perjudicial, lo satisfactorio y lo doloroso.
Muchas veces nos escandalizamos y rasgamos el velo de nuestra lengua, y hasta la furia de nuestras manos cuando creemos que alguien trasgrede las normas, pero raras veces miramos lo que siente nuestro interior. Vemos la corrupción en otros y la envidiamos, mas hacemos condena de ella porque nosotros no podemos alcanzarla.
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