El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

viernes, 28 de mayo de 2010

Un hombre que amaba los animales. Cap. 21



Por fin, después de catorce días de resistencia y tras emprender el último intento de evasión - al fin logrado -, los pocos defensores que quedaban en Belchite, junto a los lugareños que no quisieron irse, firmaron la rendición ante la inminente conquista del pueblo por el Ejército Popular Republicano. Quienes se quedaron al lado de los militares que asumieron la rendición, lo hicieron pensando que no habría más represalias, pues todos aquellos que por cualquier razón se vieron amenazados por su implicación en el golpe militar y la posterior purga de simpatizantes de la República, consiguieron evadirse la noche anterior. Pero las venganzas y los fusilamientos sin juicio previo se sucedieron durante los días posteriores en Belchite. 
Los cadáveres llenaron de fosas comunes los cementerios, y el trujal, la prensa donde hasta entonces se obtenía el magnífico líquido verde pálido, casi oro, de los olivares de Belchite, se  abarrotó de cuerpos muertos. Y aún vivos, desangrados, arrastrados desde la pequeña plaza del trujal donde los descargaban por camiones y los introducían en las enormes tinajas donde se guardaba el aceite, para taparlos después con cal viva. La rueda de la muerte ejerció su rito macabro y sólo la misma locura, que desata los más feroces instintos humanos en su ritual de exterminio, fue capaz de detener la masacre, pues impactó de tal modo con su barbarie a los mismos represores, que un comisario político detuvo la matanza conmocionado por tan salvaje espectáculo.

Los comunistas, que para entonces se habían hecho con el control del aparato político de la República y de las riendas del nuevo Ejército Popular, se apuntaron un tanto efímero y fatal que el mismo gobierno republicano censuró por el hecho de haber empleado más fuerzas y recursos de los necesarios en un objetivo tan minúsculo, dando la posibilidad a los "nacionales" de iniciar una contraofensiva que detendría el avance republicano, manteniendo Zaragoza alejada de las zonas de combates.

Belchite significaría el principio del fin de la guerra, pero para los combatientes ese final estaba demasiado lejos. Aún tendrían que sobrevivir a duras batallas que quedarían para siempre en la memoria de las gentes y en los anales de la historia. 
Franco sabía de la importancia política y propagandística en el exterior de la toma de la capital, Madrid. Pero también entendía lo importante que era romper el eje Madrid - Barcelona, aislando así ambas ciudades, principales y más importantes valedoras de la República. 
Después de más de un año de guerra, el gobierno republicano no había conseguido recuperar ninguna ciudad perdida durante el golpe militar; más aún, las ciudades del norte, con todo su potencial industrial y bélico, habían caído en manos de los nacionales; sólo unos escasos kilómetros de territorio casi vacío eran los logros conseguidos después de las cruentas y costosísimas batallas libradas hasta entonces.
Franco insistió en la toma de Madrid, ya que intuía que esa presión conduciría al gobierno de la República a mover el grueso de su ejército sobre el frente de Aragón - el cuál había reforzado con las divisiones procedentes del norte -, buscando una victoria que recuperase su prestigio en el exterior y le permitiera alcanzar nuevas alianzas internacionales en favor de su causa. Pero el panorama político internacional en nada beneficiaba a los intereses de la República.
En Europa, dos eran los enemigos de los regímenes democráticos: por un lado el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, consolidada por las purgas terroríficas de Stalin, y que éste trataba de exportar al resto del continente ayudando al gobierno republicano, en nada convenía a una República burguesa inspirada en los principios de "igualdad, fraternidad y libertad".
El segundo y más importante enemigo se encontraba en Alemania. El ascenso al poder de Hitler, con su carácter mesiánico y sus intenciones expansionistas, encandilaban a la población alemana sometida desde la última gran contienda - primera guerra mundial - y sufridora de los altísimos costes de reparación de guerra a los países vencedores de la misma, que hundieron su economía y la empujaron al vacío con la gran depresión de 1929, lo que acentuó la miseria y las desigualdades sociales. La economía alemana llegó a caer de tal modo, que el "marco" - moneda nacional - se cambiaba por su peso en la báscula.
Hitler había rehabilitado el orgullo de la sociedad alemana plantando cara a las potencias extranjeras que hasta entonces controlaban el devenir del pueblo alemán, aportándole a éste un motivo para la revancha. Con la firma del tratado de no agresión con Rusia, Hitler se aseguró las espaldas y dejó aislado al mundo democrático. Francia e Inglaterra - en teoría máximos valedores de la República -, arrinconadas entre la espada y la pared y temerosas de dar más razones a sus oponentes para entablar con ellos una nueva contienda en Europa, se excusaron en la neutralidad para no entrar de lleno en el conflicto, como sí harían la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Y ese error, que más tarde pagarían con "sangre, sudor y lágrimas", condenó definitivamente a la República, necesitada de una ayuda exterior que nunca llegó de forma declarada y suficiente, con los abales necesarios para soportar la economía de una guerra moderna que devoraba rápidamente todos los recursos  . 
Franco sabía el papel que desempeñaba, y conscientemente alentaba las esperanzas de Inglaterra haciéndole suponer que en España se restauraría la monarquía parlamentaria al terminar la contienda. Pero en su cabeza anidaban otros objetivos, y él y sólo él, tenía claro cuales eran.


Mas estos acontecimientos pasaban desapercibidos para los hombres que combatían en el frente, sólo preocupados por su propia supervivencia. Las noticias que llegaban eran demasiado locales y nada más hacían que incendiar los corazones de los soldados, que ardían por el deseo de venganza.

José y sus hombres mantenían sus posiciones tras el fracaso de la ofensiva del Ejército Popular Republicano. Deberían esperar dos meses más hasta la próxima batalla, que se produciría por la toma de Teruel.
La guerra de posiciones tensaba los nervios de los combatientes día tras día con los dedos del aburrimiento y de la nostalgia, que enquistaban sus temores y sus recelos en la espera, por lo que la convivencia empezaba a resentirse. Sólo las escaramuzas nocturnas y los altercados que se producían desde ambos extremos mantenían la cotidianidad de los días y sus mentes alertas. 

Al cabo de un par de semanas después de lo de Belchite, llegó hasta sus líneas un batallón mecanizado de refuerzo perteneciente a la 81 división. Eran fuerzas italianas que habían sido reorganizadas después de la toma de Bilbao y engrosadas en el Cuerpo de Ejército de Galicia,  al mando del general Aranda. Con ellos llegó también Tomás, su antiguo compañero.

Italia participaba desde el primer momento en la contienda del lado de los sublevados aportando gran cantidad de material bélico y tropas, a través del recién creado cuerpo de tropa de voluntarios ( CTV ).  Tenían mala fama después de lo de Guadalajara. Se decía que querían ganar ellos solos la guerra y que además eran todos maricones; que "igual le iban las ostras como los caracoles" y que se perdían por el primer culo que les gustara. Tal vez algo injusto por parte de los españoles que combatían junto a ellos, pues supusieron el número mayor de fuerzas extrajeras que apoyaron al ejército sublevado de Franco. La Italia fascista fue el principal proveedor de armamento a la España nacional, pero el afán de protagonismo que el propio Mussolini - creador del partido fascista - pretendía para Italia en el contexto europeo e internacional, implicaba una victoria que contextualizara su ambición imperialista de la campaña de Etiopía. Consideró Madrid como un punto de primera importancia propagandística que no podía esperar y animó a sus generales a tomar la iniciativa en Guadalajara, en lo que se conoce como " Batalla por Madrid ". Sin coordinación previa con el Estado Mayor nacionalista y en las peores condiciones meteorológicas, intensas lluvias y espesas nieblas a finales de invierno de ese mismo año 37, que dejaron varados en el barro a sus tanques incapaces de avanzar ni retroceder, sin cobertura aérea planificada y a merced de los ataques de la aviación republicana, cosecharon una inesperada y nefasta derrota. La cantidad de material perdido y las bajas ( cuatro mil entre muertos y heridos ), significarían una derrota definitiva del CTV, infligida por de las Brigadas Internacionales que combatían al lado de la República.
Franco promulgó entonces una orden, por la cuál, ningún ejército extranjero podría tomar decisiones por su cuenta. A partir de entonces sólo de él dimanarían todas las órdenes.
El CTV, aún sin ser disuelto, fue reorganizado insertando sus unidades en las divisiones de diferentes cuerpos de ejército. Combatieron en todos los frentes de importancia: Guadarrama, Extremadura, frente del norte, frente de Aragón y del Ebro, y toma de Barcelona.


-A sus órdenes mi capitán. Se presenta el soldado Tomás de la Fuente Garrido, perteneciente al Regimiento Motorizado nº2 de la 81 División de Castilla. Antiguo amigo y camarada.

-¡Hombre Tomás! Baja esa mano por favor y dame un abrazo; me alegro de verte.

Ambos hombres quedaron unidos durante un momento en un efusivo y franco abrazo.

-Pero, cuéntame - le pidió José - ¿Cómo tu por aquí?

-Cualquier sitio es bueno si se sobrevive - dijo Tomás -. Acabamos de llegar del frente de Santander. Todo el grueso del ejército del norte está siendo trasladado a Aragón. Se prevén fuertes enfrentamientos durante los próximos meses.

-Y esos galones - Tomás llevaba en su uniforme los galones de sargento - ¿Cómo los ganaste?

- Alguien pensó que los merecía desde el día que conseguí evadir a mi sección de una encerrona en la lucha por la toma de Bilbao. En Sondica, concretamente. Pero a ti ya te veo hecho todo un capitán del ejército nacional. No hubiera podido reconocerte con las barbas que llevas y ese parche en el ojo. Cuando oí tu nombre por primera vez, según veníamos para acá, no me lo podía creer. Eres un hombre reconocido y valorado por tus superiores, y supongo que admirado y querido por la tropa.

-No lo se Tomás, tal vez sea así; pero no tengo tiempo para pensar en tales cosas, procuran que estemos siempre lo suficientemente entretenidos como para que a veces lleguemos a olvidarnos de nosotros mismos.

-Como siempre tan modesto - le comunicó Tomás -; no has cambiado en nada que no haya sido tu aspecto exterior.

-Pero anda, siéntate - José se movió para hacerle un sitio a su lado en el estrecho parapeto en el que se encontraba junto a su perra Berta -. Tomaremos un café caliente y un poco de brandy. Supongo que habrás cenado algo.

-Sí; partí en tu busca nada más repartirse el rancho. Un subordinado tuyo, el sargento primero Huertas, me dijo donde te encontrabas. Y ya lo ves, no he perdido ni un minuto para venir a verte.

-Gracias amigo, muchas gracias. Apuremos este rato antes de que tengamos que volver a nuestras obligaciones. ¿Quieres liarte un cigarrillo? Toma, coge; ahí va también el papel.

-No José, no fumo. Pero tomaré ese café caliente sin prisas.

-Vi a Manuel y a Jacinto cuando lo de Brunete, pero no había vuelto a tener noticias tuyas y de Daniel desde entonces. ¿Qué ha sido de él?- Preguntó José.


-Nos separaron en Santander. A él lo destinaron al Ejército del norte, del general Dávila. Luego cayó prisionero en la defensa de Huesca y se lo llevaron a Barcelona donde fue interrogado y torturado en una "checa" del PSUC. Lo dejaron libre gracias a la ayuda de un paisano tuyo conocido como "el Fortu"; un infiltrado de las JONES que había colaborado antes con los anarquistas de Durruti a su salida de "la modelo" tras la represión del golpe en Barcelona, cuando García Oliver abrió las cárceles permitiendo la salida indiscriminada de presos. El tal Fortu se alistó primero en las Columnas Anarquistas entre la espontanea efusión popular, apoyando las colectividades y participando con expolio y matanzas en la represión de los propietarios que se negaron a colaborar. Más tarde, durante el Mayo pasado en Barcelona, pasó información de los anarquistas al PSUC y participó como agitador durante los tiroteos. De este modo se ganó la confianza de los comunistas, convirtiéndose en comisario político. Hace apenas un par de meses, después del encuentro con Daniel, se pasó de nuevo a nuestro bando con información del Gobierno Republicano en Cataluña. Para Daniel fue una verdadera suerte encontrarse con él, pues al reconocerlo, "el Fortu" se vio obligado a salvar su vida temiendo ser descubierto.

-No se por qué, pero creo que ese tal Fortu es alguien a quien llevo un tiempo buscando. Tengo que cobrarme una deuda que no se si podrá pagar... Pero, ¿qué ha sido al final de Daniel ? - Continuó José.

-Regresó destrozado a casa - añadió Tomás -, desquiciado de los nervios por los interrogatorios y por las imágenes que allí vio. Dicen que son centros, "las checas", donde los rusos ensayan sus técnicas de interrogatorios; auténticos laboratorios de la tortura de donde sólo se sale muerto o loco.

-No es que me alegre por lo de Daniel, ojalá estuviéramos todos lejos de esta puta mierda; pero por el momento, hasta donde yo conozco, aún permanecemos todos vivos - dijo José-.

-Creo que es una suerte, después de toda esta locura - sugirió Tomás.

-A mi me parece que la suerte, siempre caprichosa, no puede hacer que coincidan en algo tan importante como es sobrevivir tantos destinos - aseguró José -. Más bien creo en ese destino que los ha cruzado en su camino, y cuyo objetivo es perdurar.

-Esperemos que así sea, esto va para largo. Además es mejor mirar hacia adelante con optimismo. Tu tienes algo muy importante José, algo que siempre te ayudará mientras dure esta guerra y a lo que deberás agarrarte para no perder todas las ilusiones, pues esto es un caos, y si sobrevivimos a ello necesitaremos el resto de nuestra vida para reparar todo el mal que hemos hecho.

-Sí, es verdad Tomás; aunque la guerra sea un tumor que no podamos evitar que se extienda por todo nuestro cuerpo afectando a cada uno de nuestros sentidos, debemos esforzarnos por dar una oportunidad más a la vida, porque para ello nacimos. No creo lícito renegar de lo que sin pago previo ni condiciones nos ha sido dado. Nuestro deber es preservarlo.
Y bueno, ¿qué te parece el brandy? - Tomás seguía dando vueltas en su taza al chorro que José le sirviera sobre el poso del café.

-La verdad es que no acostumbro a beber, tan siquiera el vino llama mi curiosidad. Pero no te preocupes, lo probaré.

-Ahora es bueno un café caliente y un trago de licor; las noches son frescas ya, y el estómago lo agradece tanto como el cuerpo. Brindemos por nosotros: ¡De hoy en un año!

-¡De hoy en un año! - respondió Tomás mientras juntaba su taza con la de José y apuraba después el trago.

-Entonces - siguió José - ¿habéis venido para quedaros?

-Creo que sí, que de momento no nos moveremos de aquí. Parece que el alto mando no sólo prepara una nueva ofensiva sobre Madrid. Las tropas del norte están siendo desplegadas en este frente, a pesar de que todas las noticias apuntan otro ataque sobre la capital. La experiencia de Toledo, que le dio a Franco el empujón definitivo para tomar el mando del "Alzamiento", puede que le haya hecho reflexionar sobre su estrategia.

-No creo que Franco esté dispuesto al más mínimo retroceso en el frente de Aragón - continuó José -; no se resignará a perder ni un sólo palmo del terreno ganado en el norte. Supongo que Madrid tendrá que esperar, aunque los republicanos estén convencidos de lo contrario.

-Buenas noches mi capitán - interrumpió Sergio con su llegada - te traigo algo para cenar.

-Creo que ya os conocéis - dijo José -; de todos los modos Sergio, éste es Tomás, un antiguo camarada y amigo. Sergio es mi sargento primero, y mi primer y más grande amigo aquí. Creo que os vais a llevar bien, ambos sois buenas personas y leales compañeros. Me gustaría que nada nos separara de nuevo mientras dure la guerra. Brindemos los tres por ello, no hay deseos que se cumplan sin pretenderlos, y todo brindis es una declaración de intenciones. ¡Por la amistad sin interés!

-¡Por la amistad! - Contestaron a dúo los otros dos.                   





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