- Bueno Coke, que, ¿ te gusta ?.
- ¡ Joder macho, una "pasada" !
- Pues espera a que la arena se caliente y ya verás como se pone ésto.
- No si ya, ya veo el panorama.
- Buenas chavalas ¿ eh ? - les dijo el camarero, que salía en aquellos momentos de la cocina con una bandeja llena de canapés -. ¿ Qué os sirvo Jorge ?
- Un par de "cañitas" de cerveza.
- ¿Queréis probar los canapés? Los hay de roquefort con salmón y con bacalao ahumados; éstos son de "mojama de bonito y éstos otros de paté con ibéricos -. Y dejando la bandeja sobre el mostrador del chiringuito dijo:
- Marchando esas cañitas.
- Vamos coge, no te cortes Coke - le dijo Jorge -, ya verás como se lo hace Pablo en la cocina.
Ambos cogieron un canapé y se lo metieron en la boca. Entretanto llegaron dos chicas jóvenes a la barra; venían con el agua del primer baño de la mañana humedeciendo aún sus cabellos y los cuerpos desnudos en los bikinis. Cuerpos perfectos y palpitantes de sensualidad y exuberancia, con sus carnes prietas y sus pieles doradas por el sol, tersas, pegadizas al tacto y a la vista. Entre risas y sonrisas preguntaron a Pablo por el cóctel de la mañana. Una de ellas sacó su cajetilla de tabaco del bolso escondido tras el cartel de helados de la barra y se encendió un cigarrillo.
- ¿ Está buena el agua ? - Les preguntó Jorge -. Debéis tener cuidado con ella, quiere demasiado a las chicas bonitas.
Las dos chavalas se echaron a reír y la del cigarrillo contestó:
- También quiere a los tíos buenos, pero se ven pocos en la playa. Deben ser muy tímidos, pues siempre se esconden de ella y del sol a la sombra del chiringuito.
- Tal vez no seamos tan buenos como para no desmerecer vuestra hermosura.
- Bueno, es cuestión de probar - dijo la otra -. De lo que no se prueba no se puede hablar.
Y de nuevo las dos se echaron a reír.
- Pablo, ponles lo que quieran y no les cobres. Me hago cargo de la cuenta.
- Gracias, pero nosotras no podemos corresponder, no hemos traído más que el dinero justo.
- Bueno mujer, no te preocupes, hay más días y más noches.
Las dos soltaron otra vez sus risas mientras en la cara de Coke empezaban a pintarse los colores de la timidez, la sorpresa y el asombro.
- Donde habéis dejado a vuestras mujeres - dijo la segunda que también había encendido un cigarrillo -. Seguro que en el hotel haciendo las camas y preparando a los niños para la playa.
- Hoy están de mercado. Tenemos paella para todos ¿verdad Coke? Se han llevado a los chavales. Van a comprarles ropa para la playa. Así que de momento tenemos libre.
- Pues venir con nosotras a darnos un baño, el agua está increíble.
- No estaría mal, pero nos hemos venido sin los bañadores y ésta no es una playa de desnudistas.
- Seguro que a Pablo le sobran bañadores -. Dijo la primera.
- Por eso no hay problema, los tengo de todos los colores - contestó Pablo desde la despensa -; a vosotros os los regalo.
- Oh no, gracias por tu ofrecimiento Pablo - dijo Coke -, pero nosotros tenemos que irnos. Ya sabéis, nos espera un rato en la cocina y a las mujeres no les gusta que las hagamos esperar.
- Eso es cierto -. Contestó una.
- Además, como dice Jorge, puede que en otro momento...
- Bueno, puede que en otro momento estemos por aquí bañándonos - dijo la otra -.
Las dos saborearon el último sorbo del "daikiri" que Pablo les sirviera y después de despedirse con una sonrisa complaciente en sus labios, se fueron corriendo a tomar la primera ola grande que se acercaba.
- ¿ Pero qué te pasa Coke ? No todos los días aparecen ocasiones como ésta. Disfruta el momento amigo, esto es Cádiz. Estás en la primera de sus playas, al lado del Paseo Marítimo. Olvídate por un tiempo de todo y diviértete. Estas chavalas son una oportunidad, como otra cualquiera, para ser por un tiempo enteramente feliz. Pero no las ves, son divinas y nos las estamos perdiendo.
- Déjate de líos tío; seguro que las nuestras ya nos están echando de menos. Llevamos desde las ocho por ahí y son las doce y media del mediodía.
- ¿ Es que no puedes por un momento olvidarte de las "fiebres" y de los cargantes de los chicos ?
- No puedo olvidarme el resto del año, no veo porqué debo hacerlo ahora.
- Vamos a ver - dijo Jorge -: ¿tú a que has venido aquí? A pasártelo bien y a disfrutar ¿ no ?¿ Que te crees, que a ellas no les gusta disfrutar ?
- Sí, ya lo se Jorge, pero no podemos llegar y aquí te pillo y aquí te mato. Además, hay tiempo para todo, y no creo que éste sea el mejor momento; debemos irnos.
- Eres un aguafiestas amigo, no terminarás de aprender. Las mujeres son todas iguales, cuando están a sus cosas se olvidan de nosotros y es cuando tenemos que aprovechar. Seguro que la mía está en su salsa. Ya la veo revolcando el mercadillo y haciendo felices a todos los gitanos, no creo que se quede alguno sin su ganancia. Está loca por los trapos, las peluquerías y los tratamientos de belleza, y le gusta como al que más disfrutar de la vista y que la saquen por ahí para lucirse. Y tampoco hace ascos a una buena cena y una noche en la discoteca.
- Bueno, entonces os complementáis bien; aunque no creo
que haga buenas migas con la mía - dijo Coke -, odia ir a la peluquería y sólo la he visto pintarse cuando hemos estado de boda o algo parecido. Seguro que está ya pensando porqué nos retrasamos.
- No te preocupes, es el primer día, ya se acostumbrará. En cuanto Marta la saque de compras y le enseñe los sitios que le gustan, ya verás como se desocupa de ti. Marta se conoce todo por aquí, llevamos cinco años viniendo en vacaciones.
- Me extraña que Nieves se deje deslumbrar, me ha costado mucho convencerla para venir; en los veinte años que llevamos de casados es la segunda vez que salimos fuera, y la última fue una salida de fin de semana a la montaña cuando aún eran pequeños los chicos.
- Pues sí que te quiere macho. Marta no hubiera aguantado a mi lado tres meses seguidos sin una escapada. Es inquieta, no le gusta estar mucho tiempo en el mismo sitio; por eso, además de otras razones, no hemos tenido hijos y hemos permanecido tantos años solteros. El año pasado se encapricho con casarse, dijo que todo tenía un tiempo y que era el momento de darle una alegría a la familia, ya que los hijos se los habíamos negado. Pero nada ha cambiado, seguimos haciendo la misma vida. Va a toda velocidad, es cara, lujosa como un "Mercedes".
Pero venga vamos, te voy ha invitar a un "manzanilla" y unas gambitas que vas a disfrutar -. Y salieron de la playa tras despedirse de Pablo y su chiringuito. Siguiendo la conversación que llevaban subieron al paseo marítimo, iluminado a esa hora por la luz intensa que tanto del cielo como del mar venía y que inundaba la ancha avenida y sus edificios, eternos espectadores del último horizonte; giraron a la derecha por una estrecha calle y entraron en un puesto de "pescaito frito". Jorge pidió dos manzanillas y unas gambitas a la plancha.
- Pues como te iba diciendo, tú si que tienes suerte. Yo he dejado de controlar las idas y venidas de Marta, de correr detrás de ella, es insaciable. En cambio Nieves y tu siempre estáis juntos. Aunque pienses lo contrario, a veces echo de menos una relación como la vuestra, sobre todo en esos momentos en los que la libertad que Marta y yo nos hemos dado hace que me sienta sólo.
- Nieves y yo - dijo Coke - sacrificamos todo por estar juntos, y a partir de aquel momento éste ha sido nuestro principal objetivo. No creas que ha sido fácil. La distancia enfría el amor, pero la cercanía calienta las tensiones y a veces es fácil confundir en ellas el amor y el odio.
- Sí, pero veo que a vosotros eso no os afecta.
- No lo creas, lo que si es cierto es que el amor que nos tenemos es fuerte. Ya sabes que no necesitamos más que ocho meses de noviazgo para tener hijos y casarnos, y aunque llevamos veinte años juntos, ninguno de los dos baja la guardia. No hemos disfrutado juntos del mundo hasta ahora, mas lo hemos hecho de nuestro amor, que nos ha permitido superar los desaires y las contrariedades - que no han sido pocas - de las que otras parejas hubieran escapado nada más olerlas; pero eso nos ha fortalecido como pareja, pues cada vez que vencíamos las dificultades que la vida nos traía, lo sentíamos como un éxito; y realmente así era.
Ahora disfrutamos de dos mozos que nos quieren, de quienes tenemos que escapar para que no nos controlen.
- Además es que Nieves es un tesoro - añadió Jorge -. Perdona la comparación, pero tu mujer es como un "utilitario".
- ¡ Hombre!...
- No, no me interpretes mal. Antes he comparado a Marta con un gran coche que no encuentra sentido si no lo luces a diario y al que hay que mantener como a un hijo tonto. No, tu mujer trabaja. Es como una hormiga que además le da tiempo para atender a su familia, no gasta nada para ella sola y no se pasa todo el día pendiente de modas y tonterías, de amigas, fiestas y amiguetes. Entiendo ahora que la respetes como lo haces. Eres un buen tipo Coke.
- Todos tenemos defectos Jorge, pero creo que la pareja debe estar para limar las asperezas y potenciar lo bueno de cada uno, para formar una nueva persona de la que ambos se sientan orgullosos. Nieves no es la más hermosa, pero no le hace falta maquillaje para adornar su belleza. Tampoco tiene en tan alta estima su físico como para estar todo el día atendiéndolo. Y no, para nada le gusta hacer gastos extras, pues trabaja todo el día y sabe lo que cuesta ganar el dinero con las propias manos. Si de algo se siente orgullosa es de no deber nada a nadie, de no haber dependido de otros para salir adelante. Sólo nuestro esfuerzo y trabajo han hecho posible este pequeño milagro y esto nos une más que antes. Todos tenemos una oportunidad para elegir, yo la elegí a ella y no la cambiaré por nada Jorge.
Regresaban a casa realmente cansados tras una semana agotadora de un lado a otro, al ritmo que la insaciable ansia de movimiento de Marta imponía, para lo cuál nunca sentía pereza ni cansancio por el afán de mostrar a sus amigos todos los descubrimientos de cinco años de veraneo, y las cualidades de Jorge para permanecer horas y horas conduciendo sin cansarse por un terreno que conocía como la palma de su mano:
Sanlúcar de Barrameda y Chipiona; Rota y El Puerto de Santa María; después Jerez de la Frontera y de nuevo Cádiz; más tarde San Fernando y Chipiona. El pescaito frito y el "manzanilla" por la mañana, la "morenita" de por la tarde en las bodegas y los "tablaos", y el "escoces por la noche en los patios llenos de flores y cielo y de rumor de agua. Las pacíficas playas de eterno atardecer, los puertos de pescadores y sus lonjas maravillosas; los mercados y mercadillos casi permanentes y el calor, el calor que deja desiertas las calles en las horas centrales del día y que saca a las gentes al fresco de la noche convirtiendo la oscuridad en vida, bullicio y alegría; porque en el sur se vive de noche y se descansa de día.
Todo aquello pesaba ahora en los recuerdos y en los cuerpos casi derrotados de Nieves y Coke a medida que se acercaban a la entrada de Madrid y la circulación se hacía más lenta. Coke quitó la música que llevaban escuchando un tiempo y sincronizó un programa en la radio donde varios tertulianos polemizaban sobre una de las noticias del día, por otro lado habitual durante los últimos veranos, a saber: " el índice de separaciones matrimoniales se dispara tras el periodo vacacional ". Coke no dijo nada, no quería ser presuntuoso y no tenía ganas de hablar, estaba demasiado cansado. Los tertulianos se esforzaban en no dejar ni una sola arista suelta sobre el tema que debatían, dando cada uno los razonamientos por los que creían que aquello se producía. Entre todo Coke escuchó algo que no le era ajeno, algo que había percibido recientemente, y que aunque quedó disipado ante la gran retención circulatoria que se producía en los accesos a la capital, dos meses más tarde comprobaría. Fue el primero en enterarse: Jorge - su antiguo jefe de mantenimiento industrial, desde el año anterior socio y amigo -y Marta, habían decidido separarse.
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