Inés, después de dos días infernales de calor cocinando para la celebración, aguardaba con ansiedad la llegada de los suyos. Todo estaba a punto para el momento más esperado del año, la fiesta de cumpleaños de ella y de su hermana y alma gemela, Fina.
El bochorno había cedido por fin en aquella hora próxima al final de la tarde; había sido un día horrible y fuera en la terraza comenzaba a hacer bueno, después de que el sol rojo, cegador, se escondiera tras los tejados.
Como todas las tardes "Jero", su marido, con quien llevaba casada veinte años y por quien sentía sincera devoción, regaba la multitud de plantas que acumulaba en la terraza. Era un gran amante de la jardinería, más ahora que superaba los tres años en paro; aquella afición, entre otras cosas, contenía la incipiente depresión que sufría y que los días más calurosos del año, unidos al ciclo de luna llena en que se encontraban, potenciaban con fuerza. Se sentía más inquieto de lo normal cuando esto sucedía, y los momentos de calma daban paso a los de irritación nerviosa, que a medida que el tiempo discurría le resultaban más difíciles de controlar; aquel día se encontraba especialmente irritable.
Llamaron y los perros ladraron con gran alboroto como siempre lo hacían, corriendo por toda la casa desde donde se encontraran en dirección a la puerta, en donde esperaban sin reprimir sus ladridos hasta que alguien abría y los reprendía.
- Vamos majos, ya esta bien -. Dijo Inés sonriendo a Fina, que junto con Víctor su marido y su adolescente hijo Javier, entraron en la casa un tanto sofocados por el contraste de temperatura que se notaba al bajar del coche, mientras sacaban de éste todas las cosas que traían para el cumpleaños
- No sabes como hace - le contestó Fina - menudo calor.
- Dímelo a mí - dijo Inés, que aún no había abandonado el empleo del abanico desde que dejara la cocina.
- ¿Jero? - Preguntó Víctor.
- Está fuera, regando las plantas. - Le dijo Inés.
Víctor salió fuera, a la terraza enorme de la casa, casi tan grande como ésta.
- Buenas tardes ¿Que hacemos? - preguntó Víctor.
- Pues ya lo ves - advirtió Jero, que sujetando la manguera del agua en un soporte ideado para ella, la dejó regando sola -, con este calor es imprescindible. Bueno, ¿y qué tal Víctor?
- Bien todo, menos este calor que ha retornado de pronto.
- Ya lo comentamos la última vez que nos vimos: sin él no se iba a pasar el verano. ¿Quieres que te sirva algo?
- Están preparando un café las mujeres.
Al momento salieron ellas con el café y unos dulces en una bandeja, se sentaron y comenzaron a hablar.
- Mama, nos vamos a dar una vuelta - dijo Paula, la hija pequeña de Inés y Jero, que junto con su primo Javier se disponía a pasar el rato antes de la cena -; volveremos pronto.
- ¡ A ver eh ! - le dijo Inés -. Y no tardéis. En cuanto lleguen vuestros tíos cenaremos.
- No te preocupes... estaremos aquí a la hora - contestó -.
- Déjalos que salgan un poco - dijo su hermana Fina -. Este mío me tiene harta. ¿ Tu te crees que ahora que quedan veinte días tan sólo para que se acaben sus vacaciones me pide el cuaderno de actividades de inglés ? Bueno mira, me tiene harta. Toda la semana buscándolo por las librerías y al final Víctor ha tenido que pedirlo por Internet, que es el único sitio donde lo tenían. Así que nos ha costado veintitrés euros, en vez de dieciocho que valía.
- ¡Joer con el cuadernillo!- soltó Inés -. Yo ya no le compro nada de eso, ¿para qué?
- Y es que además, ya ves, veintitrés eurazos; pero como se lo ha mandado el profesor a todos y tienen que entregarlo a la vuelta de vacaciones ¿qué haces?
- Y si lo piensas bien - dijo Víctor - no resulta tan caro, teniendo en cuenta las vueltas que hemos tenido que dar para no encontrarlo y las molestias. Lo pides desde casa y te lo ponen en ella al día siguiente.
- Mirado así - advirtió Jero -; mas no deja de ser caro para el provecho que sacan de ello. Pienso que todo ese dinero que invertimos en ellos es dinero tirado, del que sólo las editoriales sacan partido. Creo que el gran presupuesto que el estado dedica en libros de texto es para sostenerlas a ellas, mientras estas mismas grandes compañías no hacen lo mismo con sus creativos, los auténticos protagonistas de la cultura escrita, a quienes explotan y tiranizan en la gran mayoría de los casos. Como tampoco estoy de acuerdo con un sistema educativo que mantiene la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años, cuando casi la totalidad de sus beneficiarios a esa edad sólo tratan de pasar el tiempo, no de formarse correctamente como personas. Estamos sosteniendo escuelas para vagos, para individuos que nada más les interesa disponer pronto de un presupuesto personal para gastarlo en artículos de consumo.
- Sí que es verdad, sí - continuó Víctor -, pero es el modelo imperante, ¿ de qué otra manera pueden trabajar los dos cónyuges para soportar tantos gastos como se generan hoy en día ?
- Nuestros padres - dijo Jero - trabajaron más que nosotros y tuvieron el triple de hijos; no les quedó otra que introducirlos a ellos en su mismo plan de vida, haciéndonos responsables de las tareas de casa y de los trabajos fuera; en nada nos hicieron de menos, al contrario, espabilábamos antes y del mismo modo echábamos a volar. Ahora no se van de casa ni aunque los eches. Pero claro, donde van a ir que mejor estén, si hasta mandan tanto como nosotros en algunos casos y no hay capricho que les falte.
En ese momento llamaron a la puerta y los perros salieron corriendo hacia ella ladrando de nuevo. Inés se levantó para abrir.
- Cambiemos de tema - dijo Víctor -, tal vez sean Jorge y Luisa con los chicos. Ya sabes como está con lo de la nena: este año le han quedado seis, aparte de las amonestaciones que ha tenido y la falsificación de las notas, donde les tomo bien el pelo ocultándoles aquellas y haciéndoles creer que éstas eran todas sobresalientes.
- ¡Hola! - Dijo Luisa, que traía en brazos su bebé, hermoso y sonriente, un primor de niño.
- ¿Qué hacéis? Buenas tardes - continuó Jorge que entraba precedido de su hija Carla, quien casi al tiempo preguntó a su tía Fina por sus primos.
- Se han ido al parque - observó Inés -; vete hasta allí si quieres. Seguro que están con las amigas de Paula.
Carla salió disparada mientras Jorge y Luisa se sentaban a la mesa bajo la gran sombrilla que aún no había sido cerrada. Todos tuvieron palabras de alago con el peque, que siempre llevaba en la boca una hermosa sonrisa, como si hubiera nacido riendo.
- No os esperábamos tan pronto, pensábamos que tal vez estuvieras de caza, Jorge - dijo Fina -; lo comentamos antes Inés y yo.
- Empieza mañana - contestó Jorge -. Todos los años se abre la media veda por la Virgen de Agosto.
Jero se levantó entonces para cortar el riego y después se acercó a la nevera parra coger una botella de vino que tenía preparada para la ocasión, y unos vasos. Luego regresó a la mesa y descorchó la botella. Sirvió un poco de vino en cada vaso y luego dio un sorbo del suyo.
- Fantástico - dijo -; inconfundible el sabor del "Ribera".
- Hombre, como nuestro tinto no hay otro - respondió Víctor -; además está fresquito, y con este calor que ha hecho es lo propio.
La noche cayó con el primer vaso y la temperatura se tornó ideal. Los chicos comenzaron a regresar, el primero Daniel con su novia Ester, después los demás. Las mujeres se metieron dentro para preparar la comida y empezaron a poner la mesa. Paula le pidió a su padre que sacara fuera la radio, comenzaban a retransmitir el partido de fútbol más importante de la pretemporada entre los dos grandes equipos nacionales. Paula como buena forofa "culé" no quería perderse ningún detalle durante la cena, pero Jero, a quien no le llamaba especialmente el deporte rey, y no gustaba de estropear una agradable velada con su tertulia de sobremesa por los estridentes y mareantes comentarios de los especialistas deportivos, le dijo que de eso nada, que era el cumpleaños de las tías y que para ello estaba la televisión, sin tener en cuenta ni acordarse de que Jorge su cuñado era un auténtico forofo del Real Madrid, y le hubiese gustado no sólo ya lo de la radio, sino que Jero tuviera puesto en la terraza un pequeño televisor para poder ver el partido, el cuál era más importante para él que el cumpleaños de sus hermanas. Más tarde Jero recordaría el día de la final del mundial que la selección española gano en Sudáfrica. Aquel día sus cuñados celebraron el bautizo del pequeño. Su padre lo había preparado todo para ver el espectáculo, que se convirtió en el motivo central de la fiesta dejando en un segundo plano el objeto principal, que era su hijo y la invitación de los familiares y amigos.
- ¡ Buah.. está riquísimo ! - observó Jero sobre el vino que estaban degustando -. Es una lástima que me hayan prohibido beberlo.
- ¿ Y eso por qué ? -. Le preguntó Jorge.
- Llevo casi dos años de tratamiento con antidepresivos.
- No lo sabía. Claro, como casi no nos vemos...
- Pues sí - continuó Jero -; hace ya dos veranos que sin saber cómo me arreó un sopapo que me dejó medio lelo. Al principio pensé que había sido un susto del corazón, pero resultó ser de cabeza. No se, tanto tiempo parado me debe haber hecho mella.
Las mujeres salieron con la comida y las bebidas y todos comenzaron a cenar. Uno de los principales motivos de atención fue el pequeño, con su alegría y simpatía y con un apetito que no hacía ascos a nada. Todos rieron varias veces con sus ocurrencias.
- ¿ Te sirvo vino Luisa ? - le preguntó Jero.
- No, gracias.
- Antes si te gustaban un par de vinitos - insistió Jero.
- Sí, pero tampoco me sentaba bien y tuve que dejarlo.
- Bien, en ese caso... - Y sirvió al resto de los adultos.
La cena transcurrió con normalidad. Después entre todos recogieron la mesa y los chicos se acercaron al salón para ver por la tele el partido que los dos grandes equipos disputaban para ir calentando el próximo campeonato de liga. Sin poder evitarlo, y aprovechando el intermedio entre la cena y el postre, Jorge se fue también al salón. Víctor y Jero quedaron solos por un tiempo.
- Vaya noche más buena que se ha quedado, se está aquí de maravilla -. Dijo Víctor.
- La verdad es que sí - reafirmó Jero -; está haciendo mejor que en Julio. Parece increíble, pero hasta los refranes a veces fallan; ya sabes lo que dicen: "en agosto refresca el rostro". Pero está claro, el mundo no sería lo que es si no existieran las excepciones.
- Bueno - continuó Víctor - tendré que fumarme este otro purillo en otra ocasión, lo había traído para ti.
- Pues no; es demasiado pronto para darse una confianza como ésta; supongo que después de intentarlo tantas veces pensaste que sería incapaz, pero ya lo ves, lo conseguí.
- Sí, eso pensé. Bueno no se ha perdido nada, todo lo contrario; me alegra que lo hayas conseguido.
- Gracias Víctor -. En ese momento regresaba Jorge a la terraza.
- ¿Qué tal?¿Quién gana? - le preguntó Jero.
- De momento no han marcado - contestó éste -, haber que pasa esta temporada.
- Primero tendrán que empezarla - intervino Jero -; tengo entendido que hay convocatoria de huelga para las dos primeras jornadas.
- ¡Sí macho! - continuó Jorge - Ya veremos como acaba todo. Por un lado está bien; es que hay un montón de clubes que no pagan a sus jugadores.
- No pagan a los jugadores ni a hacienda - siguió Jero -; y eso es lo primero que deberían hacer.
- Los grandes si que pagan - advirtió Jorge - el problema está con los pequeños.
- Más deben los grandes, que tras convertirse en sociedades anónimas escondieron su deuda con el fisco - le contestó Jero -. Pero los pequeños tuvieron que endeudarse aún más para poder hacerlo y cumplir con la ley.
- El Real Madrid y el Barça están al día con las cuentas - le replico Jorge - son otros diecisiete equipos los que no cumplen.
- ¡Hombre, no me digas! No me creo nada -. La conversación comenzó a entrar en un terreno de confrontación en el cuál Víctor se mantenía al margen de la mejor manera posible.
- Pues lee los periódicos, ¿o es que no los lees?
- No creo nada de lo que dicen los periódicos. Su credibilidad es tan baja que ya no venden ni regalando las películas que promocionan. Ahora lo regalan por Internet y ni con esas; sólo les leen asiduamente los políticos para ver que ponen de ellos y si se corresponde con lo que pagan para que sobrevivan. Eso sí, la prensa deportiva y la del corazón siguen siendo rentables, lo que no se si será por las verdades que cuentan.
- La culpa de como está el fútbol se debe a la barbaridad que cobran las estrellas.
- Vaya, ahora tienen ellos la culpa; y después se nos cae la baba cuando oímos el valor de sus fichajes. Me gustaría saber cuanto cobran en realidad, lo que se llevan sus directivos y lo que calla hacienda. Al fin y al cabo ellos son los que dan el espectáculo y quienes se forran son sus directivos.
- ¿Qué sus directivos, serán los clubes?
- Y quienes dirigen los clubes, ¿o no se forró el presidente del Real Madrid con la especulación de los terrenos para la construcción de la ciudad deportiva, además de construirla su empresa?
- Bueno, lo que tu digas.
- No lo que tú y el resto de forofos digáis, que es lo que os cuentan los periódicos que asiduamente exprimís, al igual que los apartados deportivos de los medios audiovisuales, que siguen, incluso aumentan día a día su tiempo y su espacio. Como que tenemos la mejor liga del mundo. ¿Como es eso si ya sabemos de antemano que sólo dos equipos pueden alcanzar el título de liga, porqué el resto irán a años luz?
Hace tiempo aprendí que si los fichajes no fueran tan elevados, que si las estrellas cobraran un triste sueldo como otro trabajador cualquiera, nadie pagaría todos los domingos tanto dinero por verlos correr en pantalón corto detrás de un balón. Y que eso es un gran negocio para los estados, no por el dinero que sacan de ello, sino por tener tan bien entretenida a la población, sobre todo cuando más susceptible sería que un día se revelasen contra ellos, en fin de semana, cuando hasta quien disfruta de un trabajo estable descansa y tiene tiempo para otras cosas.
- Bueno, bueno, a cuenta de lo que ganan están las cosas como están.
- Ya, por eso los bancos desembolsan lo que sea para que compren jugadores en los peores momentos de la crisis, cuando le han negado el pan y la sal al resto del mundo.
- Ah, ¿es por eso la crisis que sufrimos? Dime.
- Dímelo tu; a ver ¿por qué es?
- Muy sencillo, esta crisis que tenemos se debe a lo de siempre, a que la gente no quiere trabajar.
- ¿Cómo dices, que cinco millones de parados no queremos trabajar? Pero bueno, ¿sabes bien lo que estás diciendo?
- El otro día han estado cogiendo gente para la campaña de la fresa.
- Coño, ¿ cómo te has enterado y no has dicho nada, que sabes que llevo tiempo sin trabajar?
- Y se yo que querías trabajar.
- Hombre Jorge, me has negado hasta la posibilidad de valorarlo.
- Yo te digo que trabajo hay, y que cuando no se tiene otra cosa no se puede despreciar nada, si hay que ir a recoger patatas se va.
- Bueno...
- Mira Jorge, estoy seguro de que en mi sector soy el mejor profesional que hay en la ciudad - intervino Víctor -, pero tengo grandes dudas; si ahora fracasara la empresa en la que llevo trabajando los últimos años, no estoy seguro de que en otro sitio me dieran trabajo.
- Te digo que trabajo hay, lo que sucede es que la gente pasa de trabajar.
- Es increíble lo que estoy oyendo; somos ya casi cinco millones de vagos mantenidos por el estado ¿no?
- Yo no te he llamado vago - dijo Jorge-.
- Como que no; a mí y a otros cuatro millones largos más.
- Ya ha habido otra fuerte crisis antes y yo nunca he estado en el paro.
- Y te crees que es porqué eres mejor que nadie. Mira, yo he sido un número uno donde quiera que he estado, y han sido muchos y variados los trabajos que he realizado teniendo antes que ir de puerta en puerta para solicitarlos, cosa que tú no sabes lo que significa, pues nunca te has visto en falta. Pero cabría preguntarte por qué.
Yo tengo mis nóminas bien guardadas si quieres verlas, y las empresas han pagado el máximo por mí; no sólo por mis ingresos, que todos han sido reflejados en ellas, sino por lo que han cotizado para hacienda. Enséñame las tuyas y veremos si es más del 2% lo que pagan por ti; tal vez hasta eso te descuenten del sueldo. En mi caso pagaban hasta un 14% sobre lo convenido, y nunca he tenido que cobrar horas a parte en dinero negro, pues he cobrado por productividad y mi mujer siempre ha visto lo que he ganado, sin quedarme yo con nada.
- Bueno, bueno...
- Y te diré más, eso sin tener que tragar con todo y defendiendo los intereses de mis compañeros sin tener amigos en los sindicatos. Hasta alguna subida de convenio congelada durante años se ha pagado cuando yo he entrado a trabajar. Al empresario le vienen como anillo al dedo la gente como tú, con nóminas bajas y sobresueldos por debajo de la ley para vuestros vicios personales. De ese modo, a la hora de despedir, la gente como yo salimos caros por buenos que seamos.
- ¿Que me está llamando?
- Te estoy explicando el cómo y el porqué de las crisis, como se solucionan y quienes las pagan. Gracias a Dios yo soy un vago, pero para mi hay cosas más importantes que trabajar de cualquier manera, como la familia. Y otra cosa: trabajo a diario en mi casa; en ella, junto con tu hermana, he atendido a mis padres hasta su muerte; estoy reparando con mis manos la casa que me han dejado, gastando para bien los ahorros que hemos generado, mientras otros como tú siguen tirando tiros con pólvora ajena; y no le debo nada a nadie. Me sobra trabajo, para que te enteres, aunque me falte ahora el sueldo; y no, no te permito que en mi casa traigas discordia por haberte visto obligado a venir y no ver como quieres tu partido preferido.
- Lo que sucede es que yo iría a recoger patatas si me hiciera falta, cosa que parece que tu no estás dispuesto a hacer.
- Ya lo he hecho antes, sabes. Yo tengo mis intereses, me echo mis cuentas y veo lo que me interesa más. Y a veces es quedarme en mi casa al frente de lo mío; nunca he dependido de otros para vivir, lo que pasa que hay gente como tú que harían lo que fuera por no tener que estar en casa atendiendo a los suyos y dando cuenta a quien deben -. Jorge se levantó de la mesa y le dijo a su mujer que recogiera, que no estaba dispuesto a aguantar por más tiempo a un tipo tan sabelotodo.
Tuvieron que esperar la tarta, las velas, el champán y las fotos. Jero prefirió luego haberse podido callar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario