- A través del tiempo discurrió mi vida ambicionando el éxito y la admiración en los demás, pues soñé ser feliz tras conseguirlos. Y perseguí el triunfo hasta tenerlo en mis manos, derrochado después salud en placeres para sofocar la ansiedad de la insatisfacción que aún así sentía.
Ahora no conozco el amor, pues no me creo amado; incapaz de distinguir lo verdadero de lo falso, vago entre las dudas insoportables de la desconfianza.
Busqué seguridad para vivir cómodamente, en ello empleé gran parte de mi riqueza y toda mi confianza; ahora me siento inseguro de mi mismo y mi mundo se vuelve frágil y quebradizo.
En todo este camino no conozco felicidad verdadera, sino amargura, y necesito empezar de nuevo. Dime dónde buscar primero para conocer la felicidad que necesita mi alma.
Y el sentir se reveló:
- La felicidad verdadera se encuentra en la contemplación de la belleza. En ella encontramos la paz y la alegría, pues entra por nuestros ojos y podemos sentirla sin más artificios o condiciones.
Antes, para ello, debemos desprendernos de los intereses personales que nos impiden comprender y que sólo buscan satisfacción. La satisfacción nada tiene que ver con la felicidad; éste es un sentimiento sublime y perfecto que no puede ser contenido ni medido.
La belleza se encuentra en todos los seres, en todas las criaturas, en todos los elementos que a cada paso se transforman. Sólo la mirada sosegada que busca comprensión descubre la belleza de los seres y de las cosas, y aprende a amar a su corazón.
Busqué seguridad para vivir cómodamente, en ello empleé gran parte de mi riqueza y toda mi confianza; ahora me siento inseguro de mi mismo y mi mundo se vuelve frágil y quebradizo.
En todo este camino no conozco felicidad verdadera, sino amargura, y necesito empezar de nuevo. Dime dónde buscar primero para conocer la felicidad que necesita mi alma.
Y el sentir se reveló:
- La felicidad verdadera se encuentra en la contemplación de la belleza. En ella encontramos la paz y la alegría, pues entra por nuestros ojos y podemos sentirla sin más artificios o condiciones.
Antes, para ello, debemos desprendernos de los intereses personales que nos impiden comprender y que sólo buscan satisfacción. La satisfacción nada tiene que ver con la felicidad; éste es un sentimiento sublime y perfecto que no puede ser contenido ni medido.
La belleza se encuentra en todos los seres, en todas las criaturas, en todos los elementos que a cada paso se transforman. Sólo la mirada sosegada que busca comprensión descubre la belleza de los seres y de las cosas, y aprende a amar a su corazón.
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