Nunca imaginó que un mundo así pudiera existir. Mas, ahora comprendía, porqué su vida había formado parte de un sueño sin sobresaltos, de una existencia
casi perfecta en la que resultaba fácil dejarse llevar. Observó la enorme brecha que se abría entre la obediencia y la voluntad cuando ésta era forzada; cómo la infelicidad y
la angustia de la insatisfacción se apoderaban de la consciencia para dar forma a una existencia difícil de soportar.
Aquella gigantesca caverna artificial donde habitaba, excavada bajo las rocas del subsuelo luna, se abría en forma de panal de acero y albergaba una población mixta de humanos y androides confinados en celdas individuales en sus periodos de reposo y de sueño inducido; el resto del tiempo lo empleaban derrochando sus fuerzas en la extracción de minerales estratégicos, trabajo peligroso en el que los accidentes se producían muy a menudo debido a la inexperiencia de los humanos destinados a aquel cometido.
Primero llegaron los robots y los androides programados para su manejo y crearon las condiciones para un mundo habitable en la luna, después se produjo la primera migración humana masiva al satélite con objeto de su colonización, para la que fue fundamental la gran población carcelaria, que sería la primera expuesta a los problemas derivados de la adaptación al nuevo medio. Los ascensores espaciales construidos desde la tierra hicieron posible el transporte de todo tipo de componentes y mercancías de una forma rápida y efectiva. La Luna albergó en pocas décadas numerosas cúpulas habitables en toda su geografía, y una sociedad nueva floreció en su superficie al tiempo que se excavaba su interior y se creaba otra paralela, de la cual él había pasado a formar parte.
Casi la totalidad de la población reclusa lo era por motivos relacionados con su tiempo de ocio y el consumo de drogas no regulado, y habían desarrollado patologías psicológicas agresivas con el sistema.
Imperaba la paz gracias a la erradicación del hambre, principal causa de las guerras en el planeta. Las nuevas técnicas de manipulación genética y biología molecular habían hecho posible la síntesis de proteínas en cantidad suficiente para atender las necesidades de la población, permitiendo el cambio del modelo productivo agrícola industrial - sostenido por la economía de mercados hasta su abolición, y responsable de las graves alteraciones de los precios de los cereales básicos, que producía hambrunas en distintas partes del planeta para satisfacer las necesidades de la economía especulativa de los mercados más ricos -, por otro más racional con el medio productivo y las necesidades básicas de la población local de cada territorio.
Una ley nueva, la "Ley de los Derechos y Obligaciones Fundamentales de los animales", logró reorientar la actividad ganadera para intervenir de forma controlada y racional en el equilibrio entre especies, el cuál se había visto afectado por las técnicas de explotación ganadera intensiva e indiscriminada que desfigurarían durante décadas las condiciones propias de los ecosistemas, debido al cambio en las prácticas agrícolas subsiguientes para su mantenimiento. El viejo planeta, azul desde el espacio exterior, resurgió verde en su superficie. Grandes reservas forestales fueron creadas durante décadas para restaurar en los ecosistemas los daños provocados por las técnicas agresivas de la explotación industrial empleadas en épocas anteriores. La tierra se había transformado en un paraíso, pero no para todos y para siempre, sino para aquellos que lo mereciesen por su esfuerzo social y el cumplimiento de las normas. La "cuna" del ser humano se convirtió entonces en un premio por objetivos. Habitar el mayor tiempo posible en la tierra y morir en ella era el mayor logro que podía conseguirse, aunque aquello significaba el principio de las limitaciones y privaciones individuales, que debían ser suplidas de una forma virtual para producir una catálisis que evitara los efectos colaterales de la pérdida de libertades. Pero debido al carácter de la naturaleza humana, del cuál no se habían logrado erradicar del todo sus instintos más primitivos, provocaba que las situaciones virtuales fueran interactivas con el mundo real, lo que derivaba en graves agresiones a las normas del sistema, que eran castigadas con severa dureza. Aquello había llegado a conseguir que exportar presos a la luna fuera de suma importancia para reducir los riesgos derivados del excesivo crecimiento de las poblaciones carcelarias en la tierra.
Su caso nada tenía que ver con todo aquello. El error partía de una relación humana real y física, íntima y casi secreta. No haberla comunicado al sistema para su estudio y regulación, solicitando así consentimiento, era el germen de la deriva final que tomarían las cosas en adelante para conducirlo al desastre. Sin embargo, había sido el carácter arriesgado y peligroso de aquella relación sin autorizar lo que le arrastró a ella con fuerza. La sensación del amor en su relación secreta sabía de otro modo, hacía sentir a su espíritu verdaderamente libre y realizado en los momentos de máxima complicidad. Ninguna fantasía virtual, ninguna de las drogas que había utilizado en su tiempo de ocio fueron capaces de crear una realidad como la que los dos cultivaron con intimidad en sus mentes, hermanas desde entonces para siempre, y que nada ni nadie conseguiría borrar durante el tiempo que durasen sus vidas.
El hecho de haber condenado al amor a ser un sentimiento más, otro instinto primario de los humanos, y tratar de limitarlo regulando su actividad, provocó más potente su atractivo hasta convertirlo en la adicción más peligrosa para las mentes no preparadas, educadas en el sistema. Una relación humana como la suya suponía una transgresión clara de las normas y una traición al sistema, y aunque no eran excesivos los casos que se producían, eran castigados con dureza para reprimir el gran "efecto llamada" que suponían, que como los de suicidio, podían convertirse en serios focos infecciosos de fácil propagación, como ya había ocurrido. Además el suyo había llegado demasiado lejos, podría pensarse que de no haber surgido entre ambos una vida distinta y nueva, la suya hubiese sido una relación longeva; pero la aparición de aquel nuevo ser dentro del vientre de su amada, algo inesperado, algún error, hizo visible lo que durante tanto tiempo habían sido capaces de ocultar.
Admitía cuánto tiempo había vivido de espaldas a sus sentimientos dejándose llevar por una existencia cómoda, segura y programada; y cómo ahora eran los sentimientos los que le mantenían vivo, el alimento imprescindible para sobrevivir a aquel mundo claustrofóbico y sin salida aparente.
Los recuerdos no borrados de su mente se mostraban como un hilo conductor de sus pensamientos, en los que se sumergía para aislarse de la percepción exterior. Procuraba concentrarse en ellos en los periodos de descanso, no cuando el trabajo, expuesto al riesgo y agotador, precisaba de su máxima atención.
Se había acostumbrado a pensar, algo que nunca creyó que necesitaría un día para sentirse vivo, y comenzaba a calcular las posibilidades reales de escapar. Todavía no conocía a nadie dentro que estuviese allí por algo parecido a lo que él había hecho. Eran muy pocas, y excesivamente limitadas, las ocasiones que la población reclusa podía convivir junta, y él llevaba allí poco tiempo, demasiado poco para intimar con otro lo suficiente y confiarle algunas de las preguntas que necesitaba contestarse.
la angustia de la insatisfacción se apoderaban de la consciencia para dar forma a una existencia difícil de soportar.
Aquella gigantesca caverna artificial donde habitaba, excavada bajo las rocas del subsuelo luna, se abría en forma de panal de acero y albergaba una población mixta de humanos y androides confinados en celdas individuales en sus periodos de reposo y de sueño inducido; el resto del tiempo lo empleaban derrochando sus fuerzas en la extracción de minerales estratégicos, trabajo peligroso en el que los accidentes se producían muy a menudo debido a la inexperiencia de los humanos destinados a aquel cometido.
Primero llegaron los robots y los androides programados para su manejo y crearon las condiciones para un mundo habitable en la luna, después se produjo la primera migración humana masiva al satélite con objeto de su colonización, para la que fue fundamental la gran población carcelaria, que sería la primera expuesta a los problemas derivados de la adaptación al nuevo medio. Los ascensores espaciales construidos desde la tierra hicieron posible el transporte de todo tipo de componentes y mercancías de una forma rápida y efectiva. La Luna albergó en pocas décadas numerosas cúpulas habitables en toda su geografía, y una sociedad nueva floreció en su superficie al tiempo que se excavaba su interior y se creaba otra paralela, de la cual él había pasado a formar parte.
Casi la totalidad de la población reclusa lo era por motivos relacionados con su tiempo de ocio y el consumo de drogas no regulado, y habían desarrollado patologías psicológicas agresivas con el sistema.
Imperaba la paz gracias a la erradicación del hambre, principal causa de las guerras en el planeta. Las nuevas técnicas de manipulación genética y biología molecular habían hecho posible la síntesis de proteínas en cantidad suficiente para atender las necesidades de la población, permitiendo el cambio del modelo productivo agrícola industrial - sostenido por la economía de mercados hasta su abolición, y responsable de las graves alteraciones de los precios de los cereales básicos, que producía hambrunas en distintas partes del planeta para satisfacer las necesidades de la economía especulativa de los mercados más ricos -, por otro más racional con el medio productivo y las necesidades básicas de la población local de cada territorio.
Una ley nueva, la "Ley de los Derechos y Obligaciones Fundamentales de los animales", logró reorientar la actividad ganadera para intervenir de forma controlada y racional en el equilibrio entre especies, el cuál se había visto afectado por las técnicas de explotación ganadera intensiva e indiscriminada que desfigurarían durante décadas las condiciones propias de los ecosistemas, debido al cambio en las prácticas agrícolas subsiguientes para su mantenimiento. El viejo planeta, azul desde el espacio exterior, resurgió verde en su superficie. Grandes reservas forestales fueron creadas durante décadas para restaurar en los ecosistemas los daños provocados por las técnicas agresivas de la explotación industrial empleadas en épocas anteriores. La tierra se había transformado en un paraíso, pero no para todos y para siempre, sino para aquellos que lo mereciesen por su esfuerzo social y el cumplimiento de las normas. La "cuna" del ser humano se convirtió entonces en un premio por objetivos. Habitar el mayor tiempo posible en la tierra y morir en ella era el mayor logro que podía conseguirse, aunque aquello significaba el principio de las limitaciones y privaciones individuales, que debían ser suplidas de una forma virtual para producir una catálisis que evitara los efectos colaterales de la pérdida de libertades. Pero debido al carácter de la naturaleza humana, del cuál no se habían logrado erradicar del todo sus instintos más primitivos, provocaba que las situaciones virtuales fueran interactivas con el mundo real, lo que derivaba en graves agresiones a las normas del sistema, que eran castigadas con severa dureza. Aquello había llegado a conseguir que exportar presos a la luna fuera de suma importancia para reducir los riesgos derivados del excesivo crecimiento de las poblaciones carcelarias en la tierra.
Su caso nada tenía que ver con todo aquello. El error partía de una relación humana real y física, íntima y casi secreta. No haberla comunicado al sistema para su estudio y regulación, solicitando así consentimiento, era el germen de la deriva final que tomarían las cosas en adelante para conducirlo al desastre. Sin embargo, había sido el carácter arriesgado y peligroso de aquella relación sin autorizar lo que le arrastró a ella con fuerza. La sensación del amor en su relación secreta sabía de otro modo, hacía sentir a su espíritu verdaderamente libre y realizado en los momentos de máxima complicidad. Ninguna fantasía virtual, ninguna de las drogas que había utilizado en su tiempo de ocio fueron capaces de crear una realidad como la que los dos cultivaron con intimidad en sus mentes, hermanas desde entonces para siempre, y que nada ni nadie conseguiría borrar durante el tiempo que durasen sus vidas.
El hecho de haber condenado al amor a ser un sentimiento más, otro instinto primario de los humanos, y tratar de limitarlo regulando su actividad, provocó más potente su atractivo hasta convertirlo en la adicción más peligrosa para las mentes no preparadas, educadas en el sistema. Una relación humana como la suya suponía una transgresión clara de las normas y una traición al sistema, y aunque no eran excesivos los casos que se producían, eran castigados con dureza para reprimir el gran "efecto llamada" que suponían, que como los de suicidio, podían convertirse en serios focos infecciosos de fácil propagación, como ya había ocurrido. Además el suyo había llegado demasiado lejos, podría pensarse que de no haber surgido entre ambos una vida distinta y nueva, la suya hubiese sido una relación longeva; pero la aparición de aquel nuevo ser dentro del vientre de su amada, algo inesperado, algún error, hizo visible lo que durante tanto tiempo habían sido capaces de ocultar.
Admitía cuánto tiempo había vivido de espaldas a sus sentimientos dejándose llevar por una existencia cómoda, segura y programada; y cómo ahora eran los sentimientos los que le mantenían vivo, el alimento imprescindible para sobrevivir a aquel mundo claustrofóbico y sin salida aparente.
Los recuerdos no borrados de su mente se mostraban como un hilo conductor de sus pensamientos, en los que se sumergía para aislarse de la percepción exterior. Procuraba concentrarse en ellos en los periodos de descanso, no cuando el trabajo, expuesto al riesgo y agotador, precisaba de su máxima atención.
Se había acostumbrado a pensar, algo que nunca creyó que necesitaría un día para sentirse vivo, y comenzaba a calcular las posibilidades reales de escapar. Todavía no conocía a nadie dentro que estuviese allí por algo parecido a lo que él había hecho. Eran muy pocas, y excesivamente limitadas, las ocasiones que la población reclusa podía convivir junta, y él llevaba allí poco tiempo, demasiado poco para intimar con otro lo suficiente y confiarle algunas de las preguntas que necesitaba contestarse.
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