Y el sentir se reveló:
- ¿Quieres vencer al dolor que satura tu cuerpo y tortura tu alma; que se ha convertido en constante cruel de tus días y que nadie puede remediar? Medita.
Piensa que antes no fue así, que en la vida por la que atravesamos todo tiene un principio que no interesa olvidar y un final al que deberemos anticiparnos si no queremos que nos sorprenda.
Medita, para resolver las incógnitas escondidas en la impaciencia de los deseos, en la precipitación de las acciones, en la respuesta frenética de los impulsos. Medita para poner orden primero a los pensamientos, aquellos que vagan como fantasmas y que vienen y van sin poder ser controlados por la mente abochornada ; como rentas impagadas, como deberes olvidados que reclaman atención constante y producen ansiedad.
Medita para vislumbrar la senda que has marcado a tu paso y la que habrás de seguir. Medita para reconocer hasta donde has llegado; puede que nunca lo creyeras por considerarlo imposible.
Medita para recapacitar, para convencerte de que tu dolor no llegó solo, sino que fue acompañado por todo aquello que desechaste sin comprobar, por lo que soñabas y que abandonaste en el olvido de otra realidad. Ponlo ahora en marcha, no es bueno empezar algo que no se acabará, pues produce insatisfacción, ansiedad, y finalmente dolor. Sólo en la mente se encuentra la frontera del dolor que sacude al cuerpo, que se desborda con la ansiedad incontrolada que provocan las insatisfacciones. Medita, si de verdad quieres la paz de tu espíritu y el bienestar en tu cuerpo.
- No se por dónde empezar -. Dijeron las palabras.
- Reza, si sabes una oración.
- ¿Quieres vencer al dolor que satura tu cuerpo y tortura tu alma; que se ha convertido en constante cruel de tus días y que nadie puede remediar? Medita.
Piensa que antes no fue así, que en la vida por la que atravesamos todo tiene un principio que no interesa olvidar y un final al que deberemos anticiparnos si no queremos que nos sorprenda.
Medita, para resolver las incógnitas escondidas en la impaciencia de los deseos, en la precipitación de las acciones, en la respuesta frenética de los impulsos. Medita para poner orden primero a los pensamientos, aquellos que vagan como fantasmas y que vienen y van sin poder ser controlados por la mente abochornada ; como rentas impagadas, como deberes olvidados que reclaman atención constante y producen ansiedad.
Medita para vislumbrar la senda que has marcado a tu paso y la que habrás de seguir. Medita para reconocer hasta donde has llegado; puede que nunca lo creyeras por considerarlo imposible.
Medita para recapacitar, para convencerte de que tu dolor no llegó solo, sino que fue acompañado por todo aquello que desechaste sin comprobar, por lo que soñabas y que abandonaste en el olvido de otra realidad. Ponlo ahora en marcha, no es bueno empezar algo que no se acabará, pues produce insatisfacción, ansiedad, y finalmente dolor. Sólo en la mente se encuentra la frontera del dolor que sacude al cuerpo, que se desborda con la ansiedad incontrolada que provocan las insatisfacciones. Medita, si de verdad quieres la paz de tu espíritu y el bienestar en tu cuerpo.
- No se por dónde empezar -. Dijeron las palabras.
- Reza, si sabes una oración.
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