El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 20 de noviembre de 2018

COLABORACIÓN.










-Si el individuo nace con un destino predeterminado por los genes y las circunstancias, ¿cómo puede lograr la independencia total para sus actos y sentir responsabilidad absoluta por los resultados derivados? - Dijeron las palabras -. ¿Es la nuestra una sociedad compuesta por individuos esclavos de sus pasiones y necesidades, a su vez irresponsables de los resultados de sus acciones, o es la naturaleza tirana del ser humano por mantenerlo sujeto a sus normas, causa por la que ninguna civilización ha sobrevivido al paso del tiempo?

Y el sentir se reveló:

-Es cierto que el individuo nace condicionado, pero aún lo es más que nace dependiente, por lo que el deseo de independencia total es sólo eso, un deseo que se transforma en frustración en la medida que el individuo se niega a reconocer que es otro eslabón necesario en la cadena de la vida, a la cual pertenece, y pone más empeño en controlar las circunstancias que le rodean que en dominar las debilidades de las pasiones que conducen su voluntad, ignorando que su fuerza transformadora, la que le permite vencer las imposiciones naturales para materializar sus aspiraciones, se encuentra en la colaboración con otros seres.


La sociedad surge de la colaboración entre los individuos, cualidad necesaria que les permite afrontar retos colectivos donde desarrollar sus aspiraciones individuales. Así es como el ser humano ha superado los desafíos de la naturaleza una y otra vez, caminando siempre hacia adelante en la determinación de su voluntad.


Las sociedades cohesionadas en torno a un proyecto colectivo crecen fuertes creando civilizaciones que logran vencer la tiranía natural, pero siempre ocurre que, una vez conseguida la meta, los individuos olvidan con facilidad la razón que los impulsó a su conquista y cambian su carácter social por el culto a la individualidad, a la personalidad, en lo que los mejores situados juegan con ventaja, rompiendo así el lazo de colaboración que mantenía la unión de su sociedad para entrar en competencia directa unos con otros. Después, el menor movimiento o cambio en el orden natural de las cosas, provoca en sus sociedades un colapso que las conduce a la decadencia progresiva y las hace desaparecer.


El ser humano ha demostrado muchas veces ser capaz de transformar la naturaleza para controlarla, pero otras tantas ha sido víctima de ella por sus excesos, por la ambición desmedida de sus instintos más básicos y perniciosos para su ciclo vital, que anteponen su supervivencia a la de otros, lo que lo conduce al desastre.





























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