- Y los cambios a los que la vida se somete, ¿son previsibles?, ¿podemos detenerlos, modificarlos a nuestra conveniencia; o debemos solamente adaptarnos lo mejor posible a la nueva realidad sin intentar cambiarnos a nosotros mismos? Y el sentir reveló:
- Los cambios perpetúan la vida y son imprevisibles; no son controlables pues surgen por encima de nosotros, y aunque cambiamos constantemente, somos siempre lo mismo. Son los cambios quienes nos visten distintos cada vez, quienes nos perfuman con sus aires nuevos y nos hacen ver las cosas de diferente manera con los mismos ojos. Sin ellos sería imposible la vida, por monótona moriría. Por eso no es cosa nuestra el cambiar, sino el sentir los cambios y adaptarnos. Y esto es precisamente lo que hacemos. Sólo en la medida en que nos resistimos a adaptarnos empezamos a intentar cambiarnos, y es entonces cuando sufrimos verdaderamente el cambio, justamente por la imposibilidad de conseguirlo.