Inquietas las palabras, insatisfechas todavía, preguntaron al sentir por la "personalidad".... Y el sentir reveló:
- La "personalidad" es una impostora verdadera, porque suplanta, representa y se apropia de valores que pertenecen a otras personas que llevamos dentro. Porque, aunque uno sólo es el rostro en el cuerpo, no así en nuestra alma, en la que pueden convivir un número sin par de sentimientos.
Nace de la impostura, pues ofrece únicamente aquello que le interesa, no dejando escapar nada que no sea de su conveniencia, silenciando así otras voces; ocultando pensamientos e intenciones.
Si de verdad abriéramos nuestra alma seríamos todo aquello que pensamos. Igual que niños
dando rienda suelta a su imaginación, no representando, sino viviendo sus personajes.
Sucede que al crecer se va interrumpiendo el juego y aparecen las obligaciones que imposibilitan realizar nuestras fantasías- que es en lo que se convierten nuestras aspiraciones- y vamos, poco a poco, construyendo un personaje detrás del cual las escondemos.
Aprendemos a reprimir, no a desarrollar nuestras diversas personalidades, lo que conlleva por desgracia que, cuando perdemos el control por alguna causa, puede liberarse la parte más negra y oscura de nuestra alma. Y ya nunca más la podremos recuperar.
1 comentario:
Cuánta razón tienes, amigo Pablo; cuan diferente lo que realmente somos, lo que mostramos demasiado manipulado, por sentirnos más granses e importantes, justos y buenos, mientras ocultamos bajo siete velos nuestras pequeñeces y miserias, que desdicirían nuestra personalidad.
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