El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

jueves, 10 de junio de 2010

El adiestrador de mandriles. ( El sabio y el burro. )



Un sabio anciano caminaba animoso acompañado de un burro perezoso y desgarbado. Mirando al frente siempre, hablaba con el animal de vez en cuando como si le entendiera. De este modo sentía más llevadero su camino y también - pensaba - el de su cansino compañero.

Atravesaban un lugar extremadamente seco y abrupto, donde la tierra y el cielo se confundían cuando el sol calcaba sus llamaradas en el horizonte. Descansaban cuando apretaba el calor, tapados a modo de tienda por una manta vieja colgada sobre el báculo que servía de apoyo al sabio para caminar. Después emprendían la marcha otra vez.
Un día al caer la tarde, al poco de echar a andar, un diminuto punto oscuro en la lejanía se fue haciendo visible ante sus ojos tomando forma lentamente. Muy difuminado al principio, un contorno humano comenzó a dibujarse en la mitad de la llanura. El sabio concentraba su mirar en la visión que poco a poco se iba definiendo, mientras que el asno caminaba cabizbajo, con sus grandes orejas caídas hacia adelante y sin ocuparse en otra cosa que no fuera el soportar su hastío.

Cuando el sabio tuvo suficientemente cerca aquella forma como para conocer su talle, las ropas y su equipaje, al momento reconoció que se encontraba delante de un sabio que caminaba en dirección opuesta. En estos pensamientos estaba cuando el burro levantó su cabeza alzando las orejas para mirar adelante. Justamente, a poca distancia, el burro creyó ver otro burro. 


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