El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

viernes, 26 de abril de 2013

DEL PORQUÉ DE MIS PASOS.



- Elegí lo desconocido para romper con aquello que hirió mi alma, para que nadie se sintiera responsable de mi destino incierto.
Y me fui lejos, dejándome llevar por el impulso del yo auténtico que aún se mantenía vivo tras la catástrofe que arrolló mi vida, y que necesitaba renacer en una tierra nueva donde no fuera perseguido por las sombras de aquel otro yo que nunca deseé, que me resultó impuesto por el rastro de las acciones erráticas de mi decisión equivocada.



Vislumbre otro horizonte en la tierra que acogió mi morada y me esforcé por echar raíces como árbol que se trasplanta en tierra virgen, pues no quería volver a ser nube de atardecer.

No me arrastró la vida en su corriente, antes debí reencontrar su cauce para dejarme llevar en el momento necesario, siempre propicio.
Mas fue doloroso recomenzar, como siempre después de una derrota; pero había aprendido la lección, sabía lo que me jugaba y volqué mi fe en el ser que anhelaba con todas las fuerzas de mi joven corazón. Nada impediría que mi firme voluntad cambiara, al fin sería yo el único responsable de mi existencia.




Mi vida creció como crecen las ramas en los árboles jóvenes: frescas, llenas vida en forma de preciosas hojas que visten su talle altivo, resultado de la luz que las anima.

Y como buen jardinero me esmeré podando el árbol de mi vida, salvando todo aquello que más amaba para devolver vida a la vida. Después lo cultivé, lo aboné y lo regué profundamente con el agua fresca de mi corazón puro.

Aún mi árbol crece orgulloso de sus raíces y siente cómo el viento vital lo mece desde su tallo hasta lo más alto de su copa.


  

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