Y de nuevo invocaron las palabras al sentir para preguntarle por la envidia y por la venganza. Y el sentir reveló :
-Se entrecruzan y se enlazan, ambas son terminaciones de una misma pieza.
La envidia promueve venganzas, y estas a su vez, envidia suscitan.
Si avasallamos, en quienes lo hagamos provocaremos envidia, y sobre otros más débiles descargarán su ira. Pero no conseguiremos otra cosa sino engendrar en ellos el germen de la venganza.
- ¿Cuándo nos resarce la venganza y cuánto nos esclaviza la envidia ? Tal vez nunca podamos vengarnos, aunque haya sido esa nuestra obsesión. Así como jamás nos abandonará la envidia; por más que nos denigre y la detestemos, será fiel amante. Viviremos mezquinamente subyugados por el querer y no poder de lo que no tenemos, alimentando así las venganzas que seguramente no llegaremos a consumar; hundiéndonos más en la envidia, que nos mirará con rostro de burlona risa cada vez que en el espejo nos reflejemos.
Y el resto, tal vez locura en la noche espesa, negra del alma.
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