El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

lunes, 16 de abril de 2012

El mundo futuro.




Desterraremos la nostalgia en la que nos vemos hundidos añorando el tiempo que ya pasó, cuando nos creímos más felices y seguros.
Reconoceremos que el mundo cambia demasiado lento para el discurrir de nuestras cortas vidas, y que tenemos la necesidad imperiosa de transformarlo para adaptarnos a él. 
Admitiremos que es como es, también por nosotros; y que sin nosotros aún sería más inhóspito, más terrible.

La obra del hombre no va contra el mundo, perdura dibujando su rostro para siempre, haciendo que se reinvente a cada momento para no tener final.
Un mundo lleno de vida inteligente donde el hombre es la avanzada de su evolución imparable, destinado a trasmitir vida a otros mundos para sobrevivir.




Dejaremos atrás el pasado para continuar construyendo nuestro futuro, pues no es cierto que todo esté inventado. El hombre no hace tanto que echó a andar y está apunto de elevar sus pies sobre el polvo en el que encontró la vida,  expandiéndola más allá de sus orígenes para trasmitirla a otros espacios.

No temeremos más el tiempo que vendrá, ni la forma que adoptará el mundo que conozcamos, pues asumiremos por fin, sin prejuicios falsos, nuestra fuerza creadora; en la que como siempre conservaremos lo mejor de nosotros mismos para identificarnos.



Quienes ya se fueron, lo hicieron después de haber conocido un mundo radicalmente distinto a aquel que los vio nacer, inimaginable en su momento; un mundo al que también temieron y que nunca dejó de sorprenderlos y de fascinarlos.

Pongamos en marcha ya nuestros sueños; hemos vivido haciendo realidad los sueños de quienes nos precedieron. El futuro será lo que seamos capaces de soñar ahora, y el mundo nos exige soñar para cambiarlo de nuevo, aunque no seamos nosotros quienes disfrutemos despertando a él.

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