El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 3 de abril de 2012

Los restos del naufragio.







- Soporté la burla, la risa sorda de la corrupción a mis espaldas. El desprecio en su mirada apartándose de mi camino puro, sin pretensiones; y la envidia por mi libertad, sin hipotecar con el "debe" de los deseos concedidos por el "genio" de la ambición.


Procuré conservar mi ingenuidad a sabiendas de lo que perdería por querer ganar, y que nunca más tendría. Nadé contracorriente mientras duró la tempestad y arribé salvo en la playa de la desolación, donde el resto del naufragio llegó destrozado, hecho astillas.


Desnudo, miré el horizonte sobre el mar en calma tras la borrasca, bajo los nubarrones negros llorando lágrimas de desengaño, presagio de una tormenta mayor. Y rescaté de la arena aquello que se salvo a mi lado, sin lo cuál yo tampoco me habría salvado; aquello que no vendí para saciar mis deseos y que conservé en mi interior como una reliquia, cuando nadie creía en su valor.






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