El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 1 de julio de 2009

EL SEXO DEL AMOR.




























Inseguras, mas no de su insaciable curiosidad, de su duda interminable, preguntaron otra vez las palabras:

- ¿Es realmente amor, el físico, sexual?¿Donde radica la diferencia? 

Y el sentir se propagó como un perfume, estalló como una bola de luz de infinitos colores. Alegre, vital, novísimo, en perfecta armonía de movimiento; sensual, próximo, estrechamente cercano, vital y caluroso :

-Sexo es la práctica del amor más sublime que se realiza sobre otro ser humano, siempre que la única condición, el único objetivo, sea amar y ser amado.
Es asequible a todos y no hace falta aprenderlo, pues es por antelación sabido; mas es incompleto, vacío, si no existe el elemento fundamental, el amor; sin él, nada más que el vicio de la incapacidad de amar, no sólo a otros, sino también a nosotros mismos.
Nada hay de impuro en el sexo, sólo nuestra falta de entrega al amor que sentimos, pues de amor hechos estamos; al amor que deseamos de quien se lo damos. 
Imposible recibir, sentir amor, si sin él nos entregamos. 

Cuando nuestros dedos recorren otra piel dibujando deseos y nuestra boca besa cada rincón, cada latitud de otro cuerpo, sentimos la frescura y el calor, la suavidad y la sensibilidad que anhelamos. Nos encontramos a nosotros mismos enteros, plenos, felices y satisfechos, realizados definitivamente. Y dejándonos por el amor llevar, damos rienda suelta al deseo que nos conduce al frenesí que traspasa piel por piel, que funde beso en beso trasladando fluidos, genes que transcienden la materia amada, compuesta de amor, básicamente.
No importa la forma ni la postura, sino la unión, el tacto, la sensación puramente fisiológica que nos conduce al éxtasis, parte minúscula de lo que buscamos eternizar, pues esa es nuestra tendencia.
Nada como fundir nuestro yo en otro, porque nos completamos, y nuestro cuerpo, parcial, incompleto, así lo solicita.
Se disuelve la materia en un instante de pasión para recordarnos que somos eternos, que no moriremos jamas, que el amor no tiene principio ni final y que sin él no existiríamos.





























Descubrimos nuestra alma desnudando nuestro cuerpo, puro, primigenio, sin tapujos engañosos; hallando la belleza del ser en las caricias, los besos, la ternura. Y recorremos playas de pudor, colinas de sensibilidad, dunas de placer puro, perfecto, sin fisuras, para hacer posibles nuestros sueños.

En el cuerpo amado alcanzamos la tormenta que nos conduce a la calma, a la redención necesaria para sobrevivir de nuevo a esta vida puramente material, pétrea, fósil.
En las caricias, las delicias; en la fuerza nuestra pasión, y en la unión final, inevitable, la explosión que como en el principio de todos los tiempos surgió.

Alguien nos exhortó a amarnos por encima de todas las cosas y éste es el camino de la verdad y la vida. No puso condiciones, al amor no se le puede poseer, sólo sentir; no se le puede retener, sólo acompañar; ésta es la razón por la cual no se puede comprar ni vender.








No hay comentarios: