- Buscando hallar su destino echó a andar, y tras largo tiempo de camino en soledad, a sus espaldas creyó reconocer una voz que lo llamaba por su nombre. Se volvió seguro de reencontrarse con quien esperaba, pero nadie seguía sus pasos.
Dudó un momento, mientras sus ojos contemplaban las huellas de su andar solitario y en sus oídos se retenía aún el eco de aquella voz, que parecía disolverse en un remolino de viento cálido que jugaba con el polvo del camino.
Sintió desazón en su corazón por haberse fiado. ¿Cómo había estado tan seguro de que era a él a quien aquella voz llamaba?¿Acaso no abandonó todo lo que conocía para encontrarse solo frente a su ser? ¿ No había jurado no mirar nunca hacia atrás para romper con las ataduras del pasado, al que consideraba un aprendizaje de su camino?
Se dio cuenta entonces de la fragilidad de sus convencimientos y de cómo los sentimientos, más primarios y arraigados al ser, se imponían de nuevo.
Y era un error grave, pues contaba con ello, con la tentación del ego huérfano en soledad.
Había sido débil en la primera oportunidad, suponiendo que era a él a quien llamaban; creyendo que su viaje era lo suficiente importante como para que otros siguieran su estela: había descubierto la vanidad en sí mismo.
Emprendió su camino hacía el horizonte lejano que le servía de guía, reflexionando ahora sobre la importancia de lo aprendido; sobre la fuerza de los deseos frente a la voluntad olvidadiza del ser inconsciente, por definir, el ser que trataba de descubrir en su viaje. Pero no se desanimó, pues ahora conocía más a aquel que había dejado de buscar en las cosas para buscar en su interior aquello que aún no comprendía, y que por vez primera reconocía reflejándose en su misma naturaleza.
Dudó un momento, mientras sus ojos contemplaban las huellas de su andar solitario y en sus oídos se retenía aún el eco de aquella voz, que parecía disolverse en un remolino de viento cálido que jugaba con el polvo del camino.
Sintió desazón en su corazón por haberse fiado. ¿Cómo había estado tan seguro de que era a él a quien aquella voz llamaba?¿Acaso no abandonó todo lo que conocía para encontrarse solo frente a su ser? ¿ No había jurado no mirar nunca hacia atrás para romper con las ataduras del pasado, al que consideraba un aprendizaje de su camino?
Se dio cuenta entonces de la fragilidad de sus convencimientos y de cómo los sentimientos, más primarios y arraigados al ser, se imponían de nuevo.
Y era un error grave, pues contaba con ello, con la tentación del ego huérfano en soledad.
Había sido débil en la primera oportunidad, suponiendo que era a él a quien llamaban; creyendo que su viaje era lo suficiente importante como para que otros siguieran su estela: había descubierto la vanidad en sí mismo.
Emprendió su camino hacía el horizonte lejano que le servía de guía, reflexionando ahora sobre la importancia de lo aprendido; sobre la fuerza de los deseos frente a la voluntad olvidadiza del ser inconsciente, por definir, el ser que trataba de descubrir en su viaje. Pero no se desanimó, pues ahora conocía más a aquel que había dejado de buscar en las cosas para buscar en su interior aquello que aún no comprendía, y que por vez primera reconocía reflejándose en su misma naturaleza.
1 comentario:
gracias por compartir la sabiduría del ser... excelente
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