El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

jueves, 29 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.























-Estalló en mis manos rompiéndose en multitud de pedazos. Traté de recomponerlo uniendo y pegando cada una de sus partes, pero se notaba demasiado, ya no parecía el mismo cacharro.






























Trituré entonces el barro hasta convertirlo en polvo finísimo, suficiente para soplar sobre él y esparcirlo al aire. Después le añadí agua para que se uniera en una masa que pudieran manejar mis manos, y fabriqué un nuevo cacharro; aunque era el mismo barro.


Y las palabras terminaron de trasmitir el sentir, que aún se contenía: "Unirse es disolverse. Disolverse es unirse".



sábado, 24 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.

















- ¿Porqué nos cuesta tanto perdonar, si a menudo es lo que necesitamos de los demás?
¿Porqué sufrimos tanto para arrepentirnos, si es realmente cuando aprendemos y nos renovamos?






















- El perdón y el arrepentimiento nada tienen que ver con la soberbia y el orgullo personal, más bien tienen que ver con la humildad y la capacidad de superación. Desde niños aprendemos - por lo que nos conviene - qué hacemos bien y en qué erramos, distinguiendo entre los premios y los castigos. Pero según crecemos el carácter de nuestro yo tiende a dominarnos, y los demás, el resto, son secundarios. Nuestro ego no admite rivales, por lo que todo y todos son responsables de nuestro fracaso.

No siente necesidad de arrepentirse quien cree que todo lo hace bien; ni entra en su razonamiento pedir perdón. Como supone fueron buenas sus intenciones, no se siente responsable de sus resultados. Más la humildad - que surge con la paciencia - es reflexiva, y de ahí nace el arrepentimiento que busca rehacer, no cambiar; regenerar, no crear. Esto es, adaptarse. El error puede no ser reflexivo, nunca el arrepentimiento.



















-Y el perdón siempre - aunque como los consejos - hay que darlo a quien lo pide; difícilmente puede sentir el beneficio de su bálsamo quien no cree necesitar curarse.

















viernes, 23 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.






























Exhalaron las palabras su sentir:

- Aprendí a hablar bien para ayudar a los hombres a entender mi sentimiento, pero al
pasar el tiempo, sólo si hablo mal me escuchan.

Aprendí a amar para comprender a los hombres, y ahora, únicamente desde su odio puedo acercarme a ellos.

Aprendí a servir a los hombres y comprendí que si falto es cuando de verdad me admiran.

Aprendí a sacrificarme por mis padres y me dí cuenta que yo sí aceptaba su sufrimiento.

Aprendí a sacrificarme por mis hijos, y admito ahora, que no hay mejor recompensa ni mayor castigo.

jueves, 22 de enero de 2009

PARA DOS.
























-¿Por qué siempre la pareja, si al final nos enfrentamos solos; si llegamos a él desnudos como nacimos?-. Y reveló su sentir:


-Somos incompletos, y la unión en pareja es la búsqueda de la realización definitiva de nuestra personalidad que quiere mostrarse entera, sentirse plenamente acoplada con todo, tener un motivo para existir. Y ese motivo precisamente es el de perpetuar la vida. Por ello somos incompletos y constantemente nos buscamos, haciendo de nuestro loco movimiento germinar la vida, vida que tendremos que alimentar, cultivar y proteger en adelante para que se perpetúe y no destruya la nuestra.



-Y dos fueron siempre mejor que uno, porque si uno cae, el otro lo levanta; si no ve, lo conduce, y si sufre lo consuela. Si no pude solo le ayuda y cuando necesita amor le ama. Y así corresponde el otro. Mas sólo el mantenimiento de este principio de complementariedad significa la continuidad de la pareja. Lo que al otro en exceso le damos, o por defecto le negamos, es lo que abre brecha en la unión que se pretende, donde prende la semilla de la destrucción individual que culmina en separación; todo lo contrario a lo pretendido.






miércoles, 21 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.
























Háblame del ego; háblame del yo; háblame de mí.

Y el sentir se reveló informal e impersonalmente, con el margen que aquella petición dejaba; consciente de la repercusión que tendrían las respuestas:

- El ego, el yo y el mí, cuantas formas de llamarnos. Y eso que aludimos a una individualidad. 

Que importancia le damos a algo tan simple. Simple porque no se muestra en conjunto sino que se distingue como único, y como él existen muchos . Simple, porque su visión de la realidad comprende un sólo plano, es unidimensional. Simple, porque reduce todas las posibilidades a un único objetivo- que por otra parte se engulle en si mismo- convirtiéndose en cárcel propia, rodeado por las murallas de la incomprensión de lo que no se quiere ver, de lo que no interesa saber; de lo que no conviene hacer. Yo miro, yo oigo, yo siento, yo hago, y el mundo...Quiero mi parte.


















Si sólo vemos por nosotros mismos, oímos, amamos y sufrimos; hacemos y aprendemos también por la misma razón, ¿para que nos sirven los demás?¿Cómo veríamos si las cosas no existiesen; cómo, si no hubiera a quien amar, amaríamos, y sin tener por quien sufrir sufriríamos?. ¿Y para qué nuestro hacer; para quien nuestro saber?



domingo, 18 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.































Preguntaron las palabras al sentir: -¿Que justicia tenemos? ¿Deseamos de verdad justicia? ¿Tendremos justicia?- Y el sentir reveló:

- Por más que nos empeñemos, siempre hemos tenido y tenemos nuestra propia justicia. Nada que ver con Dios ni mucho menos. A lo largo de los tiempos si que la hemos etiquetado con su nombre para mejor justificarla, pero no ha sido Dios quien nos la ha impuesto, sino la moralidad humana que supuestamente parte de lo físico y no de lo abstracto, de lo real y no de lo sobrenatural. Entonces quizás, la justicia que buscamos los hombres no sea más que una pretensión, pues parte de la manipulación interesada. Precisamente por eso nunca tenemos la justicia que deseamos. 























Imposible conciliar los deseos de justicia de tantas almas rompiéndola en tantas partes. No es lo mismo la ley del ladrón que la del guardián; del que pide que del que presta; del que manda que del que obedece; del que mata que del que muere... Y la justicia entonces no es igual para el ladrón que para el guardián; para quien pide que para quien presta; para quien manda que para quien obedece; para quien mata, que para quien muere.

Y por eso nuestro eterno anhelo de justicia universal; utopía sangrienta que no terminará jamás.









sábado, 17 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.



















- Muéstrame tu sentir por la opinión y la información; por la publicidad y la censura.- 
Y el sentir reveló:

Tan peligroso es hablar mal sobre algo o alguien, como hacerlo en buen sentido.
Si criticas, es lógico que el aludido se defienda. Y si alabas,
tendrás en contra a todos sus adversarios.













































Cuando se informa se muestra una visión parcial - limitada en tiempo y espacio- por cuanto se convierte en desinformación en el momento que se transmite como una visión real de la situación que ilustra, tapando su parcialidad con la objetividad que exhibe.

Publicidad y censura resultan ser las dos caras que la mentira sostiene.
¿Que derecho tienen de gritarnos constantemente unos y mandar otros callar?
¿Que nos quiere quien nos grita y que pretende quien callarnos busca?
Manejarnos solamente, beneficiarse siempre.
La publicidad ¿para que? La censura ¿para quien?
Son los mismos, y sólo se oponen para que no los distingamos.



















viernes, 16 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.




























Y como impulsadas por el sentir se dejaron llevar las palabras más que nunca antes, y surgieron como bocanadas de aire fresco que sofocaron la ansiedad que añadía la noche, deseosa por sentir antes de que llegase el alba, de que sobreviniera el fin:

-Amor, todo amor; puro amor, siempre amor.
Energía vital; fuente de sentimientos; principio y final.










Amor que espera amor que no llega.
Amor entregado que crece; amor negado que sufre y se empequeñece.
Amor que aprende a amar; amor que enseña a amar.
Dulce veneno con el que todos nos suicidaríamos si fuera preciso morir.

Amor salpicado de polémica, amor taimado.
Amor manipulado y vendido al mejor precio.
Amor traicionado y entregado al desprecio.
Amor que vuela, amor que navega. Amor, que mirando al frente, derrama lágrimas de tristeza sobre sonrisas de consuelo.























jueves, 15 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.





















- Cada día pensaré distinto, aunque se, que me será imposible descubrir todas las razones y que el tiempo no será suficiente para satisfacer mi curiosidad. Porque todo es eterno, infinito. Hoy he decidido que ya nunca pensaré igual.











- Nuestro cuerpo descansa, pero nuestra alma no conoce la calma. Si nos cuidamos , sólo es una tregua en la batalla; nuestro anhelo no nos permite el sosiego y nuestra vida es movimiento y violencia, estruendo y explosión.
Quizás en esto seamos la prolongación de Dios.





martes, 13 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.




- Nos apasiona saber y la notoriedad nos pierde.
Perseguimos el amor e imponemos la esclavitud.
Las riquezas nos deslumbran y tratamos de acapararlas, pero detrás se esconde el poder; y sólo a éste tememos.


Fácil es perderse en la inmensidad del conocimiento si no se comprende a tiempo, antes de adentrarse demasiado, que saber tampoco es lo más importante. Y esto si es fundamental.

No esclaviza quien ama, quizás sí quien necesita amar, pues tampoco el amor se puede contener, no es físico.
Y el poder se tiene mientras se gana y se pierde cuando de él se olvida que hubo que ganarlo antes. Y ganarlo es humildad, no valentía. Ésta cualquiera puede mostrarla en algún momento y puede ser forzada por las circunstancias. Mas la humildad es contenida, paciente, flexible y transmite resistencia y robustez, los mejores ingredientes para doblegar corazones, para impulsarlos a la creatividad más transformadora de su tiempo y espacio; capaces de armonizar los sentimientos con las sensaciones fisiológicas.

Los pies lavados por quien les pidió caminar, son agradecidos con quien alivio su cansancio y dolor.








































El adiestrador de mandriles.










-Sueño que estoy despierto, pero mi vida es un sueño sin final sobre el que no tengo control. Despierto y vivo realmente, sintiendo el control que dan mis manos, previendo incluso el desenlace; olvidando que puede que mi vida sea un sueño sin terminación.. Y me pregunto sino será la muerte el despertar de la vida y el final de los sueños.






-Existe tal vez un lugar, más allá de lo irreal, de lo desconocido, donde yace la vida y reinan los sueños. Un exótico, extravagante lugar, donde la fantasía y la realidad se confunden, donde lo incierto no es menos cierto y la verdad es mentira. Donde el hombre no es hombre, sino espíritu. Una estancia intangible e invisible, donde sus parajes tórnanse extraños y misteriosos, proféticos y apoteósicos. Donde el color se muestra como inconfundible maestro de extraordinarias sensaciones y el pensamiento converge impotente en el ensueño. Lugar sin nombre donde no existe lo indefinido, el caos es armonía y sus simbólicas comunicaciones se revelan mediante la voz del silencio. Glorioso y terrible estado que de la muerte hace vida y de la vida sueño.


lunes, 12 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.



-Somos jóvenes aún; soñamos universos lejanos sin pensar que también nos marchitaremos, como todo lo que no muere prematuramente. Envejecemos desde el mismo instante de darnos cuenta de que lo hacemos, de que empiezan a desaparecer nuestros sueños; sueños que alimentaban otros sueños, también perdidos. Pero somos jóvenes aún; no hemos envejecido demasiado.


Sonaron frías las palabras en el aire, ahogadas por la nostalgia, perdidas en la incertidumbre de su noche interior. Y quedaron suspensas sobre el aliento de la madrugada.


-Somos jóvenes mientras nos sentimos jóvenes, y aunque envejecemos, el corazón joven no se marchita y absorto vive en la ilusión de un genio superior a los azares de la vida, que con los años la van consumiendo. Superior a la muerte, que doblega su mano implacable ante la larga existencia del recuerdo.