Perseguimos el amor e imponemos la esclavitud.
Las riquezas nos deslumbran y tratamos de acapararlas, pero detrás se esconde el poder; y sólo a éste tememos.
Fácil es perderse en la inmensidad del conocimiento si no se comprende a tiempo, antes de adentrarse demasiado, que saber tampoco es lo más importante. Y esto si es fundamental.
No esclaviza quien ama, quizás sí quien necesita amar, pues tampoco el amor se puede contener, no es físico.
Y el poder se tiene mientras se gana y se pierde cuando de él se olvida que hubo que ganarlo antes. Y ganarlo es humildad, no valentía. Ésta cualquiera puede mostrarla en algún momento y puede ser forzada por las circunstancias. Mas la humildad es contenida, paciente, flexible y transmite resistencia y robustez, los mejores ingredientes para doblegar corazones, para impulsarlos a la creatividad más transformadora de su tiempo y espacio; capaces de armonizar los sentimientos con las sensaciones fisiológicas.
Los pies lavados por quien les pidió caminar, son agradecidos con quien alivio su cansancio y dolor.
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