El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 21 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.
























Háblame del ego; háblame del yo; háblame de mí.

Y el sentir se reveló informal e impersonalmente, con el margen que aquella petición dejaba; consciente de la repercusión que tendrían las respuestas:

- El ego, el yo y el mí, cuantas formas de llamarnos. Y eso que aludimos a una individualidad. 

Que importancia le damos a algo tan simple. Simple porque no se muestra en conjunto sino que se distingue como único, y como él existen muchos . Simple, porque su visión de la realidad comprende un sólo plano, es unidimensional. Simple, porque reduce todas las posibilidades a un único objetivo- que por otra parte se engulle en si mismo- convirtiéndose en cárcel propia, rodeado por las murallas de la incomprensión de lo que no se quiere ver, de lo que no interesa saber; de lo que no conviene hacer. Yo miro, yo oigo, yo siento, yo hago, y el mundo...Quiero mi parte.


















Si sólo vemos por nosotros mismos, oímos, amamos y sufrimos; hacemos y aprendemos también por la misma razón, ¿para que nos sirven los demás?¿Cómo veríamos si las cosas no existiesen; cómo, si no hubiera a quien amar, amaríamos, y sin tener por quien sufrir sufriríamos?. ¿Y para qué nuestro hacer; para quien nuestro saber?



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